Es un mes de julio aciago, consecuencia de un verano de altísimas temperaturas que está siendo terrible para los incendios y que amenaza con batir todos los récords conocidos. La provincia de Burgos vive su peor verano de fuego, al menos desde hace 20 años, con el único precedente equiparable del terrible agosto de 2003.
En aquel entonces, y con una diferencia de apenas dos días entre uno y otro, dos incendios ocurridos en la Sierra de la Tesla (Merindad de Cuesta Urria) y en el entorno del municipio de Los Altos (con origen en Escóbados de Abajo) devoraron cientos de hectáreas de gran valor natural en el norte de la provincia. Ambos fueron provocados por la caída de rayos, durante una semana de intensas tormentas secas, y los cálculos oficiales dejaron una suma cercana a las 2.000 hectáreas calcinadas entre ambos.
Esos días unos vecinos aterrados relataban que no habían vivido nada igual desde la Guerra Civil. Esta vez las escenas de terror se han repetido, aunque unos cuantos kilómetros al sur.Porque el pánico se ha trasladado primero al límite con La Rioja y después al valle del Arlanza.
A lo largo de las últimas tres semanas han ardido demasiados miles de hectáreas tanto agrícolas como forestales. El 16 de julio, entre Valluércanes, Cerezo de Río Tirón y Quintanilla San García se quemaron el equivalente a 1.500 campos de fútbol de cereal. El domingo 24, con origen en Quintanilla del Coco y que se extendió hasta llegar a Silos (aunque la perimetración oficial todavía puede sufrir alguna variación) se estiman en 2.450 las hectáreas afectadas. Ha habido una notable reducción respecto a las estimaciones iniciales que hablaban hasta de 4.000, sumando zonas forestales y también de cultivo que deberán afinarse en el cómputo definitivo.
Estamos en cualquier caso ante dos incendios que se colocan a la cabeza de los más graves en los últimos 20 años y que disparan la estadística en un verano que apenas ha llegado a su ecuador. Oficialmente la época de peligro alto de incendios discurre de julio a septiembre, así que todavía restan dos meses muy peligrosos por delante y, salvo que la climatología y la suerte acompañen, el balance puede acabar batiendo todos los registros desde que se lleva a cabo un seguimiento detallado de los incendios en el territorio burgalés.
Esta época de peligro alto es la que, por sus características meterológicas, concita habitualmente el mayor número de siniestros y las principales extensiones quemadas. Según un análisis estadístico elaborado por el Servicio de Medio Ambiente de la Junta de Castilla yLeón, la superficie forestal media que ha ardido en la provincia de Burgos en los últimos 10 veranos (2012-2021) asciende a únicamente 218,59 hectáreas. Hubo años, como 2013 o 2018, donde las cifras no llegaron ni siquiera a las 50. En otros, como ocurrió en 2012 con un incendio de Quintanapalla o en 2014 con el de Mecerreyes, el dato alcanzó las 500 o las 650 hectáreas. Pero nunca lo de este mes de julio.
(La información completa y los testimonios de dos bomberos voluntarios, en la edición impresa o aquí)