El equipo más avanzado en detección precoz del cáncer, el PET-TAC, acaba de cumplir tres años en activo en Medicina Nuclear del HUBU, que ha ido aumentando de forma progresiva el uso para que esta tecnología puntera no se limite al diagnóstico de tumores y metástasis. Así, tras incorporar aplicaciones neurológicas -sobre todo, para confirmar precozmente la aparición de enfermedades como el alzhéimer- suman ahora otras dos indicaciones: la localización de infecciones de origen difícilmente determinable con análisis y otros medios convencionales; y las cardiológicas, para comprobar la viabilidad miocárdica de un paciente tras una isquemia o un infarto. Y en este último caso, evaluarán si tiene tejido recuperable y, de ser así, cuánto. «Se lo podremos decir al cardiólogo con una precisión asombrosa», afirma el jefe de servicio, Juan José Duque.
Para ello ya están seleccionando a pacientes de la Unidad de Hemodinámica de Cardiología, y estiman que atenderán a entre 200 y 300 personas al año; en todos los casos con patología en el flujo cardíaco: cuando hay insuficiencia de flujo en esfuerzo, pero no en reposo (isquemia) o cuando la sangre no llega al corazón en ninguna de las dos situaciones (infarto).
La Tomografía por Emisión de Positrones (PET) es una prueba diagnóstica no invasiva, pero emplea material radioactivo en pequeñas cantidades para obtener imágenes que permiten evaluar las funciones de órganos y tejidos. Si se acompaña de un escáner (TAC), como es el caso del aparato del HUBU, obtiene unas imágenes más precisas del organismo porque se sirve de tecnología avanzada en Medicina Nuclear y en Radiología.
Y de ahí que se considere la mejor herramienta que hay para el diagnóstico y seguimiento de tumores, pero también para un elenco de patologías cada vez más amplio. El primer hospital de Castilla y León en disponer de esta tecnología fue el de Salamanca, que tuvo que atender a pacientes de toda la Comunidad hasta que en abril del 2021 se puso en marcha el de Burgos. Dado que era el segundo, se determinó que Salamanca atendería a la mitad oeste de la región y el HUBU, a la otra mitad. Este funcionamiento se mantuvo hasta finales del año pasado, cuando empezó a recibir pacientes el tercer equipo de Sacyl, ubicado en el Clínico de Valladolid.
Esta ampliación de la red -ahora ya hay una cuarta dotación en León- conllevaba menos derivaciones de pacientes a Burgos, cuyo PET-TAC permitió hacer 7.000 estudios a 4.000 personas. De ellas, el 40% procedían de Valladolid. «Sería esperable que la demanda de exploraciones en el HUBU se redujera en esa proporción, pero nada más lejos de la realidad: ha aumentado», explica Duque, antes de matizar el porqué. «En cuanto el hospital dispone de una nueva técnica, aumenta la demanda. Ocurre siempre, pero en este caso también por la excelencia del informe que hacemos de las exploraciones, que hace que la confianza del médico en esa prueba aumente y que, por tanto, la solicite más. A esto añadimos la calidad de la imagen, que permite que el médico vea lo que se describe en el informe. Y, por último, el aumento de indicaciones».
Así, teniendo en cuenta la demanda de estos cinco primeros meses, Duque estima que el año terminará con 4.200 o 4.300 pacientes; es decir, que el hospital no solo asume toda la demanda que llegaba de Valladolid, sino que la incrementa. «Y eso no solo lo atendemos, sino que hemos reducido la lista de espera; cuando atendíamos a Valladolid citábamos en mes y medio y, ahora, en dos o tres semanas. Y a la semana y media hacemos el informe», dice, destacando la complejidad del estudio PET.
Plantilla duplicada. Para poder atender a este volumen de pacientes, la gerencia del HUBU y la Consejería de Sanidad no solo han permitido que Medicina Nuclear duplique la plantilla facultativa, que ha pasado de tres a seis, sino que han autorizado que contrate a más especialistas de los seis que, en teoría, tiene autorizados. «Ahora ya tenemos siete médicos trabajando, pero hay que ampliar, imperiosamente, con uno más, que ya hemos encontrado. Así que se va a incorporar el octavo facultativo», asegura Duque, destacando que esto se debe al alza de la actividad.
A la vez que se incrementaba la dotación de especialistas se han aumentado los turnos de trabajo, que no se limitan a la mañana, sino que, en función de la demanda -unos 21 pacientes diarios- se habilitan «entre tres y cuatro tardes». Estas prolongaciones de jornada conllevan una remuneración específica, por lo que Duque reitera el agradecimiento a la dirección del HUBU y a la Consejería. «Podemos hacer planificación flexible y resolver problemas», destaca.
El equipo se completa con 8 enfermeros, 10 técnicos, cuatro secretarias, otros tantos celadores y el personal de limpieza, que no depende de Sacyl, sino de la propietaria del edificio y del contenido del HUBU, la sociedad concesionaria (Eficanza).