Entrar en el polideportivo de Quintanadueñas este fin de semana ha sido como hacerlo en una gran estación de tren. No se veían viajeros apresurados arrastrando sus maletas, pero excepto ese detalle, el resto ha sido tan real que daban ganas de sacar el billete y tomar asiento para dejarse llevar por paisajes de la geografía española y portuguesa, entusiasmarse pasando por la Ventilla en un tren bobinero, por Bilbao y ver las fábricas de lo que fueron en su día las industrias de los Altos Hornos, disfrutar de la arquitectura de las instalaciones ferroviarias y edificios de la estación de Orduña, en ese tren que iba hasta Hendaya, asomar por las ventanas y toparse con el poblado de la cabaña real en Madrid o cerrar los ojos y que el tren hacia atrás te lleve por un paraje de ensueño en la India. Todo esto ha estado al alcance de la mano de cualquiera que estos días se hayan acercado a Quintanadueñas donde se ha celebrado el VIII Encuentro de maquetas de trenes, organizado por el Club Ibérico de Módulos HO, denominado así porque es la escala tradicional (1/87) a la que están construidos todos los elementos que conforman el complejo ferroviario del que se pudo disfrutar hasta este domingo.
Son en torno a un centenar los socios del club, gente apasionada de este mundo de las maquetas de trenes, pero no solo de sus vagones, también de los entramados de las vías, de los distintos edificios que conforman las estaciones, de sus paisajes, montañas, túneles, praderas, de las personas que están a lo suyo a ambos lados de las vías, cultivando sus tierras, yendo al colegio, paseando por su pueblo, de excursión, en su área de caravanas, conduciendo su tractor o viendo a los animales que pastan ajenos al chacachá de tren.
Y es que en la exposición de Quintanadueñas, muchas de las recreaciones estaban basadas en lugares reales, como en el caso de la de Orduña, o la de Cotos, entre Madrid y Segovia, última estación de la línea C-9 de cercanías de Madrid, o la de la Ventilla, en la zona que entra a la empresa de Gonvarri. Esta última, como la que recrea una estación de la India, es obra de Emilio Sarabia, organizador de este encuentro ibérico. Natural de Bilbao, lleva años viviendo en la capital burgalesa, donde comenzó haciéndose esta exposición, hasta que ante la falta de un espacio idóneo, y buscando, buscando terminaron en el polideportivo de Quintanadueñas, un emplazamiento extraordinario que les permite hacer el montaje que quieren y que en este caso, a escala HO, estaríamos hablando de un recorrido de 13 kilómetros y 169 metros de longitud. Se pueden disfrutar de todo tipo de trenes, de viajeros, de mercancías, bobinero... En realidad, es un recorrido por la historia ferroviaria, de tal manera que a lo largo de los tres días se han podido ver trenes europeos, exclusivos de la Península Ibérica, de vapor y diesel, hasta llegar a los eléctricos y de alta velocidad.
Emilio Sarabia, organizador del encuentro (d), junto a José Luis Lobato, autor de la maqueta que tienen detrás y que recrea la estación real de Orduña. - Foto: Iván LópezLa preparación de este montaje lleva su tiempo porque, como explica Emilio, las estaciones tienen una continuidad lineal, aunque estén hechas por distintas personas, lo que requiere reuniones para adaptarlas, hacer la planificación general e ir atornillando unas con otras. Otro de los alicientes es la programación de las salidas de los trenes cada hora, como si fuera una estación real que sabes en qué momento llegan a cada estación; la reparación de cualquier avería que paraliza un convoy y el cambio de trenes de unas estaciones a otras. Para los amantes de estas máquinas todo esto es un juego con el que se divierten, que es otra de las cosas de los encuentros que más atraen a los apasionados de las maquetas de trenes. Un mundo que, sin embargo, estos aseguran que está en extinción, y le dan un máximo de dos generaciones de supervivencia, porque, como dice Jesús Ángel Guillén, presidente del Club, los chicos de ahora prefieren jugar con las tablets y los móviles y no dedicarse a esto. Coincide en esta valoración otro apasionado de los trenes como es el madrileño José Alemán.
Al encuentro que se ha celebrado en Quintanadueñas han asistido maquetistas de distintas provincias del país, como Madrid, Valencia, Bilbao, Burgos y de Portugal; la mayoría de ellos aseguraban que la afición por los trenes les viene desde pequeños y que comenzaron comprándolos gracias a la marca española Ibertren, que reproducía modelos; a partir de ahí, se decidieron por empezar a construir las maquetas.