La aspiradora de las sorpresas

D. ORBAIZ / Aranda de Duero
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Los 60 trabajadores de la empresa arandina que se encarga de limpiar el Picón y el cámping realizan un trabajo fundamental. Llevan muchos años, pero Jorge Núñez o Jessica Tangarife no dejan de asombrarse con los 'tesoros' que encuentran tirados en

Los escenarios suponen uno de los focos primordiales de limpieza diaria debido a las grandes aglomeraciones de gente que acogen cada noche. - Foto: Roger Roque

Con los albores del nuevo día, los festivaleros más resistentes deciden marcharse a descansar para poder afrontar una repleta plaza del Trigo y otra larga noche en el recinto. Entonces, salen ellos: un equipo de 60 hombres y mujeres que deben dejar el Picón listo para otra tanda de conciertos. Limpian los escenarios de confeti, vasos y toda serie de artículos insospechados. También la zona de las barras y el backstage de los artistas. Y el espacio dedicado a la restauración. Más el cámping... El trabajo resulta duro, dicen algunos de ellos. «Aunque la gente es muy civilizada, encuentras cada cosa que alucinas», confiesa Mari Paz Arranz con cara de circunstancia, que lleva tantos años en el trabajo que ya ni se acuerda de la cifra exacta.

La edición 27 de Sonorama Ribera empezó el miércoles, pero las labores de montaje llevan en marcha bastante más tiempo y las de limpieza no podían ser menos. «El trabajo consiste en la previa, el propio festival y el post», recalca Marcos Núñez, jefe de Recursos Humanos de Jaspe, la empresa encargada. «Es un negocio familiar con 65 empleados y durante Sonorama dedicamos 30 de nuestra plantilla fija exclusivamente al festival y contratamos a 30 más», explica. 

Jorge Núñez, su hermano, llega en ese momento con una camioneta llena de contenedores y papeleras para instalar en el recinto de restauración. «Desde pequeño me he criado en la oficina, llevo el oficio en las venas», bromea. «Cuando éramos más pequeños, Marcos y yo limpiábamos porque nos fascinaba encontrarnos de todo.», admite. «De todo es de todo», aclara. «Cuando se pagaba con los sonos invitábamos a todos los amigos nosotros con todos los que encontrábamos», comenta con cierta añoranza. 

«También nos hemos encontrado cosas menos agradables que billetes verdes...», dice su hermano Marcos. «Algunas innombrables», le recuerda Jorge con cierta complicidad. «No saber qué vas a encontrar es un aliciente», concluyen ambos. «Cada móvil, cartera y demás efectos personales que encontramos lo llevamos a objetos perdidos y, la verdad, que es gratificante saber que muchos recuperan sus cosas», expone Jorge. «La gente que viene a Sonorama es muy civilizada comparada con otros festivales, valoran nuestro trabajo y eso tiene mucha importancia para nosotros», admite.

Cuando empezó, recuerda Núñez, «era más de andar por casa, hacíamos la seguridad...». Ahora, todo se ha profesionalizado y cada año se incorporan novedades. Más cubos, basuras para reciclar, aumento de material y efectivos... «Llevamos una semana limpiando en las obras para arreglar todo los desperfectos que puedan crear y esté todo listo», advierte Núñez.

«Vivir el festival trabajando no tiene nada que ver a vivirlo de fiesta, aunque realmente ves todo el ambiente, los conciertos y no te lo pasas mal», desvela Marcos. Jaspe ha crecido conjuntamente con el festival. Y cuando acaben los días de fiesta, no lo hace así su trabajo. «Hay que limpiar el General Gutiérrez en tiempo récord... Si esto se acaba el domingo, el lunes por la tarde el parque ya está como si nada hubiera pasado», indica Núñez. «El recinto va un poco más lento porque dependemos de la velocidad a la que desmonten», aclara.

Cada año, relatan, el festival se hace más grande e incluye novedades y, por tanto, el equipo de limpieza no puede quedarse atrás. Javier Núñez, el jefe supremo, como lo define Marcos - su hijo-, cuenta que la principal innovación de este año es la zona de comidas separada. «Y nos viene bien porque es más cómodo para limpiar y hay menos polvo», ejemplifica. «Y vamos a ayudar por primera vez en los escenarios del Trigo y del Charco», repasa. 

 Cada año, y ya van 27, Sonorama Ribera va a más. O al menos eso aseguran notar los que se encargan de su limpieza y mantenimiento. Por eso cada edición incorporan más personal y maquinaria.