Los estudiantes de segundo de Bachillerato viven uno de los cursos más exigentes a la par que estresante de su trayectoria académica. A punto de concluir su ejercicio lectivo, inmersos ya en los exámenes finales, ven cada vez más cerca la prueba de acceso a la universidad, que este año se desarrollará del 5 al 7 de junio en su fase ordinaria, mientras que la extraordinaria tendrá lugar del 8 al 10 de julio. Los jóvenes que vivieron esta misma experiencia hace ahora un año, incluidos también los alumnos procedentes de ciclos de grado superior o quienes optan por repetirla para subir nota, superaron esta evaluación de forma mayoritaria, como viene siendo habitual, si bien ha sido en sus calificaciones medias donde se ha producido un significativo aumento que suma más de un punto en la última década.
Tomando como referencia la fase general u obligatoria de la llamada EBAU, que entró en vigor en el periodo académico 2016-2017, la nota media de acceso en el distrito de Burgos alcanzó el 7,42 de un total de 10 puntos frente al 6,25 de 2012-2013, cuando todavía estaba vigente la antigua Selectividad, según los datos facilitados por la Consejería de Educación de la Junta. Esta escalada se anotó, además, cuatro décimas en comparación con el curso 2021-2022, que se situó en el 7,07, ligeramente por encima del 7,04 del año precedente.
La información facilitada por el departamento regional incluye también la calificación media de Bachillerato, que experimenta de igual forma una subida hasta el 7,72 respecto a la obtenida hace una década antes (7,07). La puntuación revela una igualdad entre los centros públicos y los concertados, que en el primer caso es de 7,7245 y de 7,7138 en el segundo. Esta situación se repite con la EBAU, con un 7,4133 y un 7,4508, respectivamente, poniéndose así en evidencia una escasa desviación entre las notas medias de ambas evaluaciones.
En el detalle de los datos aportados, desglosados por centros, la Sagrada Familia obtiene la mejor posición en el distrito universitario de Burgos al conseguir su alumnado un 8,5918 en Bachillerato y un 8,1054 en la prueba de acceso. Hasta cinco concertados superan el 8 en esta etapa posobligatoria, que se reducen a tres en la evaluación posterior con diferencias que como mucho llegan a las cuatro décimas entre ambas. También son cinco los institutos que se encuentran en este mismo nivel, con una desviación máxima de 8 décimas. Los estudiantes del instituto Alfoz de Lara de Salas de los Infantes son los mejor posicionados en el ránking de calificaciones medias de Bachillerato con un 8,3354, mientras que los del Montes Obarenes de Miranda lideran la EBAU (7,8896).
A la hora de explicar los motivos que pueden sustentar esta mejora en los resultados académicos de los estudiantes burgaleses, son varias las circunstancias a las que apuntan los equipos directivos de distintos centros consultados, siempre respondiendo a «sensaciones subjetivas» y a variables que dependen del perfil de cada promoción. Con un 7,7 de media en la prueba de acceso, el director del instituto López de Mendoza, Francisco Javier Salas, apunta al horizonte temporal marcado por la covid como explicación a este incremento de las notas debido a un cambio en los modelos de exámenes que conlleva una mayor optatividad y, por tanto, más ventajas para el alumnado. También hace referencia a la posibilidad que haya calado el mensaje de unas evaluaciones excesivamente exigentes en Castilla y León respecto a otras Comunidades, tanto en su dificultad como en el volumen del temario objeto de estudio. De hecho, sostiene que se trata de una cuestión que se aborda en los claustros en el sentido de «mantener siempre el rigor académico, pero sin penalizar al estudiante» para que no se produzcan en desigualdades entre jóvenes dependiendo de su procedencia.
Salas, sin embargo, considera que debería de haberse recuperado la antigua tipología de exámenes, con bloques cerrados a elegir entre dos, por cuanto lo valora como «más rigurosa» debido a que «tanta opcionalidad puede desvirtuar los resultados». En el último año de la EBAU tal y como se conoce, puesto que las previsiones del Ministerio de Educación pasan por implantar el próximo la nueva evaluación acorde con la Lomloe, la directora del instituto Alfoz de Lara de Salas de los Infantes, Pilar Espinosa, aboga en este sentido por una «prueba única» en todo el territorio nacional, respondiendo así al sistema de distrito único que se viene reclamando desde la Junta.
Se muestra «contenta y orgullosa» con los resultados de sus alumnos, incidiendo en la preparación con la que acaban el Bachillerato y el trabajo que realiza el profesorado. En su caso, añade un motivo más a esta circunstancia, como es la ubicación del centro en un entorno rural con «grupos pequeños» en asignaturas de modalidad que favorecen el aprendizaje, además de un convencimiento inicial de «tener que salir de casa» si quieren cursar estudios superiores, lo que se traduce «en un mayor esfuerzo».
En lo que respecta a la escuela concertada, el director del Liceo Castilla-Maristas, Ignacio Renes, alude directamente a esa flexibilidad de elección en la evaluación desde la pandemia para explicar el alza de las calificaciones, sin dejar de mencionar una «autopresión» fruto del propio sistema educativo a la hora de conseguir entrar en carreras que exigen una elevada nota de corte, como es el caso de dobles grados o de títulos sanitarios.
Sobre este aspecto incide el director de la Sagrada Familia, Javier Díez, para quien los jóvenes que se matriculan en Bachillerato «saben que es una etapa muy importante para su futuro». No obstante, apunta también a esa exigencia histórica que siempre ha acompañado a las pruebas en la región, pero que «en los últimos años resultan más asequibles» con el objetivo de igualarse a otras regiones y conseguir así «retener» a los alumnos.