El 30 de junio 1680 tuvo lugar en la Plaza Mayor de Madrid un tumultuoso y conocido auto de fe, recreado en grabado por Gregorio Fosman y en óleo por Francisco Rizi. Para que prendiera aquella hoguera de la Inquisición, la más grande de toda su historia y la mejor documentada, se juzgó a 120 personas, de los que se conoce la identidad de 118 por el libro que escribió en la época Joseph del Olmo. ¿Quienes eran las dos personas no mencionadas?, ¿por qué se omitieron sus nombres?, ¿de qué se les acusaba y cuál fue su sentencia?
Este enigma real y el episodio histórico que lo rodea marcan buena parte del argumento de 1680 (Círculo Rojo), la primera novela de Juan Serna, profesor en el colegio Saldaña y uno de los organizadores del Montorock, al que además siempre le han interesado los personajes históricos. En el Burgos del siglo XVII, el de la ciudad tenebrosa y llena de esguevas que hacían de ella una pequeña Venecia, el autor arranca y termina una historia en la que van de la mano la Inquisición, las brujas y los judaizantes, sucesos supersticiosos como el que ocurrió en el madrileño monasterio de San Plácido donde 25 monjas dijeron sentirse poseídas por el demonio y una serie de asesinatos en el que se verán envueltos las dos familias burgalesas protagonistas.
En esta ficción histórica llena de suspense tienen tanto peso los personajes imaginados sobre los que se sustenta la trama como los que escribieron algunas páginas de nuestra historia, aunque hoy no sean recordados. «Menciono, por ejemplo, a Alonso Salazar Frías, un clérigo y abogado burgalés que participó en los juicios de Zugarramurdi. Aunque aquí no se hable de él, es reconocido a nivel internacional porque salvó muchas vidas al usar un método científico de investigación que desbarataba la mayoría de las acusaciones de brujería», detalla Serna mientras explica que creó un protocolo de actuación por el que había que comprobar, por ejemplo, que las brujas volaban para poderlas acusar de ir sobre escobas.
En la primera parte de lo que será una trilogía ambientada en la España del último monarca de los Austria, Carlos II El hechizado, hay hueco para otro burgalés: Francisco de Villegas. «Fue un abogado que empleó todo el patrimonio de su familia en la creación de un hogar para huérfanas que aún perdura» -señala Serna sobre el colegio Saldaña, donde imparte Matemáticas-. En la novela tendrá que tratar de resolver una serie de asesinatos de menores que aparecen en los canales. En la realidad pidió que a su muerte se borrara toda huella de su paso por el mundo».
Si todos estos condicionantes no les intrigan para leer la novela, sepan que también aparecen una serie de enclaves de la provincia como la torca Palomera, una sima vinculada a todo tipo de acontecimientos. «Fue un lugar mágico en la prehistoria y dramático en la Guerra Civil, ya que ahí se arrojaron a muchas personas. Ahí abajo hay todo lo que te puedas imaginar».