«Pitar el himno es intolerable; la libertad de expresión no justifica esa ofensa»

I. Elices / Burgos
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Juan Miguel Carreras Maraña • Expresidente de la Audiencia Provincial de Burgos

El magistrado palentino nació en 1964, es licenciado en Derecho por la Universidad de Valladolid y comenzó su carrera en la localidad leonesa de Sahagún, tras lo cual fue trasladado a Las Palmas de Gran Canaria. A Burgos llegó en 1995, en concreto para ser titular de un Juzgado de Primera Instancia de la capital. Fue decano entre 1997 y 2000 y dos años después se convertía en el magistrado más joven en presidir un tribunal provincial, la Audiencia de Burgos. Ha encadenado tres mandatos al frente de este órgano. En 2012, la última vez que aspiró al cargo, no tuvo rivales.

Juan Miguel Carreras se despide de Burgos la semana que viene para regresar a su Palencia natal. El magistrado ha dejado huella en la provincia, en compañeros y funcionarios, y también en las instituciones de la provincia. Pese a los problemas de salud que finalmente han precipitado su marcha, no ha perdido un ápice de energía y en todo momento, hasta el final, ha dado pruebas de su carácter inquieto. En esta entrevista, también, pues se moja en asuntos en los que otros pasan de puntillas.

Trece años presidiendo la Audiencia de Burgos. ¿Va a echar de menos el cargo?

Voy a echar de menos a Burgos y a la Audiencia, la presidencia no.  He cumplido mi tiempo, que ha sido más que suficiente. Pero la presidencia como tal no la voy a echar de menos. Sí añoraré Burgos, mis compañeros, los profesionales, los abogados, los funcionarios.

¿El cargo le ha supuesto un estrés añadido al final?

Sí. He tenido algún problema de hipertensión, de estrés y ansiedad. Me afloró el año pasado y ya está. Si no hubiera salido la plaza que casualmente ha salido en Palencia seguramente no me habría ido.

De lo que deja tras de sí después de estos años, ¿de qué está más orgulloso?

Vamos a remontarnos un poco más allá de mi llegada a la presidencia de la Audiencia. Cuando fui elegido decano, la oficina del decanato era un cubículo de 10 metros cuadrados con una máquina de escribir y dos funcionarios. Hoy no hay más que ver las instalaciones, el edificio... En la Audiencia lo que me produce más orgullo es haber conseguido en sus tres secciones la unificación de criterios y una calidad de resoluciones que es envidiada en muchas partes de España, sin que nadie malinterprete mis palabras. Un tiempo de respuesta rapidísimo que me produce gran satisfacción. Mi relación con la ciudad, con los representantes políticos, los medios de comunicación, las fuerzas de seguridad ha sido siempre fluida y muy buena. Hemos sido una institución no oculta, abierta a la ciudad.

Incluso en época de crisis le han hecho a usted caso en sus reivindicaciones, como en la llegada del quinto magistrado a la sección Penal.

Exacto. Nuestro tiempo de respuesta es eficaz, gozamos de unas buenas instalaciones en este momento, hemos dictado resoluciones pioneras, algunas de las cuales han abierto telediarios. Es lo que tiene responder los primeros a muchos problemas, en materia hipotecaria, penal, desahucios, preferentes, etc. El hecho de que el tribunal funcione rápido determina que  te pronuncies rápido, y muchas Audiencias siguen después los dictados de ésta, aunque luego pueda haber discrepancias. Nuestra Audiencia ha tenido peso a la hora de reivindicar porque nosotros hemos ofrecido seriedad y trabajo. He conocido muchos consejos generales del poder judicial y muchos ministros y hemos trabajado con todos. Ha habido otro factor importante, que yo y mis compañeros siempre hemos dicho lo que pensábamos. Haya gustado más o menos. Nuestro interés era siempre técnico, la mejora del sistema.

Hablaba de sentencias pioneras. ¿De cuál está más satisfecho?

Ha habido muchas, por ejemplo en materia de derecho de familia, adopciones, pensiones compensatorias, custodia compartida. O nuestro pronunciamiento claro en la suspensión de los procesos de desahucio hasta que no se resolviera el procedimiento declarativo. En material penal, la aplicación de la doctrina Parot (en el caso de violador del ascensor), que después el Tribunal Europeo de Derechos Humanos revisó de manera muy dudosa. Sigo pensando que era una cuestión interna del Estado español y que Estrasburgo no tenía capacidad para desautorizar a los tribunales españoles.

¿Cómo deja la Justicia en Burgos? ¿A qué retos se enfrenta en el futuro?

La planta judicial es razonable en la Audiencia. En la provincia, también. El reto es terminar de decidir qué ocurre en Aranda y Miranda. Si no se reestructuran los partidos judiciales habrá que crear otro juzgado en ambas localidades. Otra cosa es que se retome el camino de la reordenación de la planta.

¿Cree que ese camino se ha abandonado definitivamente?

No lo sé. Porque en esta legislatura no ha habido ningún avance. Creo que en cuanto al día a día ha sido una legislatura perdida desde el punto de vista judicial. No se ha ido ni hacia delante ni hacia atrás.

Parece mentira, con una mayoría absoluta.

Sí. Yo he hablado mil y una veces de cuál es mi idea. Pero el problema es que siempre hay que avanzar, pero ni salen los proyectos de las leyes orgánicas en las partes sustanciales, ni se aborda el grave problema del desequilibrio en la planta judicial. No puede ser que la Audiencia Málaga señale a 2 años y nosotros a dos meses. O juzgados civiles que tengan 80  sentencias y otros, 800. O se aborda eso o habrá que crear juzgados donde haga falta.

Ahora que va a volver a dedicarse a la jurisdicción penal. ¿Merece castigo pitar el himno?

No soy penalista. Soy ciudadano español y me parece intolerable e inadmisible. En ningún lugar del mundo se comprende que las instituciones que vertebran un Estado no sean respetadas. La pitada no se debió tolerar ni debe tolerarse en el futuro. La libertad de expresión no justifica esa grave ofensa a las instituciones del Estado, a lo que une a España como país. El ataque a las instituciones no está amparado por la libertad de expresión. Prueba de ello es que ha habido condenas a ataques a la corona.

¿Y la sonrisa de Artur Mas durante la pitada?

Me provoca vergüenza.

¿Qué opina del juego de pactos que ha de llevarse a cabo ahora entre los partidos tradicionales y los emergentes?

La democracia puede engrandecerse, como el caso de Alemania con la gran coalición. O puede perturbarse si los pactos se basan en fines espurios. En este momento España requiere una gran coalición entre los dos partidos mayoritarios para asentar de forma definitiva las grandes instituciones del Estado, entre ellas el Poder Judicial. Lamentablemente, ni Podemos ni Ciudadanos han pronunciado una sola palabra acerca de la Administración de Justicia. No sé si no les importa. España está en una encrucijada -por su organización territorial, dispersión jurídica, imposibilidad de financiación autonómica, la crisis- que requiere un gran pacto de Estado. No puede entrar el Estado constantemente en el juego de los partidos minoritarios y alguno al margen del Estado. Porque oyes cosas aberrantes, como que alguien que no pague el alquiler no puede ser desahuciado, como ha dicho Manuela Carmena (futura alcaldesa de Madrid).

Ada Colau, futura alcaldesa de Barcelona, dice que no va a cumplir leyes que crea injustas.

Espero que sea solo una frase. Quienes tienen legitimidad en todos los países democráticos para aprobar o derogar leyes son los parlamentos.

Ya que menciona el asunto de la financiación autonómica. Trece años en la Audiencia y Castilla y León no ha asumido las competencias en Justicia.

Siempre he dicho que no las iba a asumir. No puede sostener esa competencia, porque esta región no es rica. Llevó diciendo 15 años que es muy complicado, porque tan malo era imponerlas como cogerlas sin ganas. El presidente Herrera ha acertado.

¿Va a añorar Burgos, pese a que estará a menos de 80 kilómetros?

Sí. Es que llevó aquí desde 1995. He hecho todas las guardias del mundo, he estado en el Registro Civil, he celebrado un montón de matrimonios, también he dictado muchas sentencias de divorcio. Me he currado la carrera judicial empezando desde abajo. Llegué en junio de 1995, he vivido en la ciudad, he tenido una relación buena con las instituciones, con las personas...

¿Se ha sentido integrado en la sociedad burgalesa?

Sí, por supuesto. Creo que soy uno de los pocos magistrados que posee las tres distinciones policiales posibles (Policía Nacional, Local y Guardia Civil) y la Cruz de San Raimundo de Peñafort. Pero no solo por estos reconocimientos, que no tienen mayor importancia, sino porque dan muestra de que la relación con las fuerzas de seguridad y otras instituciones siempre ha sido buena. En materia de medios de comunicación la relación también ha cambiado. En 1995 no existía ningún jefe de prensa y ningún juez hablaba con los periodistas. Para los periodistas que cubrían tribunales era un sufrimiento. No obtenían ninguna información. Hicimos un esfuerzo enorme para  abrirnos, para decir lo que se podía decir, convocar ruedas de prensa, etc. Uno de los puntos que más destacaría es la apertura de la Administración judicial a la sociedad a través de los medios de comunicación, cuya relación ahora es fluida. Ya no tenemos esa imagen de personas vestidas con una toga, en nuestro despacho -que también- sino que hoy en día, en un orden constitucional, el Poder Judicial tiene que tener esas dosis de transparencia. Algunos hablan ahora de transparencia, otros llevamos practicándola hace muchos años. 

¿Había ejercido en Palencia?

Mi primer destino fue en Sahagún. Estando allí fui llamado para una comisión de servicios en el juzgado número 1 de Palencia, de apoyo al juez titular, que llevaba un sumario muy complejo. Además, cuando era opositor, a los 23 años, trabajé durante los dos o tres años que tardé en preparar las oposiciones como magistrado suplente de la Audiencia de Palencia. Veinticinco años después me voy a sentar en el mismo sillón que cuando era un joven magistrado suplente. Mi regreso a Palencia ha sido estrictamente personal, motivado por problemas de salud y en parte también por estar allí mi casa. Aquí, en Burgos, estaba perfectamente integrado.

¿Le gusta más dictar sentencias o el ajetreo que entraña ostentar un cargo de representación?

Dictar sentencias. Lo que ocurre es que llevo ejerciendo actividades gubernativas desde 1997, cuando fui elegido decano. Y después he sido elegido presidente en consejos del poder judicial de distintos perfiles.

¿Le veremos en el Supremo o el Constitucional en el futuro?

El futuro no está escrito. Mi intención ahora es quedarme en el destino que se me ha adjudicado, aprender de mis compañeros, de la jurisdicción penal que tengo que afrontar y preservar mi salud. Dios dirá.

Quienes le conocen afirman que su bagaje le hace acreedor en el futuro de una plaza en uno de esos altos tribunales.

Agradezco las palabras de esas personas. Tengo muchísimas publicaciones, cientos de conferencias en España y América. Pero bueno, eso era en un momento en que tenía mejor salud y era más joven. Es que yo empecé en esto con 27 años y era presidente de la Audiencia con 37. Ahora toca un alto en el camino y luego ya veremos.

¿Sintió el cariño de la gente en la comida de despedida que le dedicaron la pasada semana?

Total y absoluto. Las personas que estuvieron fueron muy cariñosas, pero recibí infinidad de cartas y llamadas, telegramas. Sentí mucho el calor de los funcionarios, con los que he tenido siempre la máxima cordialidad. Sin su colaboración no podría haber hecho lo que he hecho. También me acuerdo mucho de los profesionales de la ciudad, abogados, procuradores. Es el reconocimiento a un perfil de juez que es el que debe ser: valiente en sus actuaciones, riguroso en su trabajo y crítico en el orden social. Un juez no vive en Marte.