Las ayudas por asentarse en el medio rural burgalés durante el 2022 alcanzarán los 155.940 euros y se repartirán entre 53 personas. Desde la Sociedad para el Desarrollo de la Provincia de Burgos (Sodebur) se convocó esta novedosa línea de ayudas por primera vez con el fin de incentivar que la gente se quede a vivir en los pueblos ofreciendo una subvención para afrontar todos esos gastos generados por el cambio de residencia. El total de la partida ascendía hasta los 200.000 euros, por lo que llegará para cubrir toda la demanda que había y además sobrarán 45.000 euros.
En total solicitaron esta ayuda 65 personas y la cifra superó todas las previsiones iniciales que se habían marcado desde la institución provincial, que esperaba llegar a una decena de familias. Carlos Gallo, presidente de Sodebur, ya manifestó que se trataba de un «dato significativo y tenemos que seguir trabajando en ello para que el medio rural siga creciendo». Así, hablaba del éxito de esta convocatoria que incluía los gastos de transporte de mobiliario y enseres, los pagos por el alquiler, pagos asociados a la adquisición de viviendas (impuestos, notaría o gestoría), recibos (electricidad y calefacción) o los diferentes seguros.
A cada beneficiario se le podía conceder un 70% de los costes justificados por el traslado hasta un máximo de 10.000 euros, aunque a ese máximo únicamente han llegado tres nuevos vecinos de Villanueva de Mena, Medina de Pomar y Arcos de la Llana. Entre las ayudas repartidas por la provincia también destacan los 9.217 euros para una persona de Quemada, los 8.071 euros para una de Ibeas de Juarros o los 7.147 para otra de Hontoria de la Cantera. Mientras, las menores cuantías se quedan en los 169 euros para una persona instalada en Pinilla de los Barruecos o los 270 de otra que se quedó a vivir en el Valle de Manzanedo.
Las variaciones se deben a que cada persona pudo solicitar una cantidad económica diferente en función de los gastos que tuvo, aunque también desde Sodebur se siguieron algunos criterios que favorecían a unos u otros dependiendo de diversos factores. Así, algunas cuestiones mencionaban dar prioridad a quienes contasen con menores dependientes a su cargo y a aquellos que se quedasen a vivir en pueblos de menos de 500 habitantes. Además, la subvención estaba destinada a aquellas personas empleadas por cuenta ajena o propia que se trasladasen a vivir a municipios burgaleses de menos de 20.000 habitantes, que se empadronaran en 2022 y que permanecieran en dicha situación.
La resolución inicial de Sodebur llegará a vecinos de La Vid y Barrios, Moncalvillo, Basconcillos del Tozo, Villabasil, Bozoó, Cubillo del Campo, Pedrosa de Valdelucio, Lezana de Mena, Hontoria de la Cantera, Villanueva de Mena, Medina de Pomar, Valdorros, Valle de Manzanedo, Quintanar de la Sierra, Valle de Manzanedo, Pinilla de los Barruecos, Cogollos, Agés, Rabanera del Pinar, Ibeas de Juarros, Tubilla del Agua, Fontioso, Puente Arenas, Valle de Valdebezana, Orbaneja Riopico, Bercedo, Cardeñajimeno, Arcos de la Llana, Belorado, Pradoluengo, Valle de Mena, Quemada, Oña, Villariezo, Cojóbar (Modúbar de la Emparedada), La Cerca (Medina de Pomar), Fresno de Río Tirón, Castrojeriz, Peñaranda de Duero, Lerma, Buniel, Villasana de Mena y Carcedo de Burgos.
Se presentaron un total de 65 solicitudes, pero 12 se han rechazado por no acompañar toda la documentación o incumplir alguno de los requisitos exigidos.
Entre quienes han optado por instalarse en los pueblos hay historias muy diferentes, pero en lo que casi todos coinciden es que buscan alejarse de las grandes ciudades para disfrutar de municipios con menos habitantes y donde se puede vivir de una forma más tranquila.
Sergio Adrián Beutel | Lerma
«Era maestro de música, pero aquí no me valía el título. Ahora trabajo de restaurador»
Sergio Adrián y su familia residían en Argentina, pero siempre habían anhelado vivir en Europa. Él desciende de italianos y alemanes, así que tenía que tomar la decisión sobre qué ciudadanía solicitaba. «Fui a Alemania para ver y no me hallé en absoluto, mientras en Italia me ocurrió lo contrario y nos fuimos para allí», explica. Sin embargo, sus hijos tenían amigos -que conocieron por internet- en España y finalmente se han instalando en Lerma.
La mayor de sus hijas tiene 30 años y los menores 16 y 14, respectivamente. «El más chiquito quería siempre jugar al fútbol y le iba a fichar uno de los clubes más importantes, mientras el del medio tenía sus amigos en España», desarrolla. Así, decidieron dar el paso y buscar un municipio en nuestro país. Sergio se empezó a «empapar» de nuestra cultura y cuáles eran las necesidades que había. «Yo era maestro de música y en Argentina ejercía de ello, pero al llegar aquí sabía que no me iban a aceptar mi título de trompetista por ser muy antiguo», resume sobre la situación con la que se encontró. Llegaba el momento de afrontar un cambio de vida radical.
«Nos pusimos a buscar un pueblo de España para vivir, porque los alquileres en las ciudades grandes son bastante más caros y en Madrid, Barcelona o Málaga se nos iba a hacer un poco cuesta arriba económicamente», comienza explicando sobre ese análisis que llevaron para encontrar una localidad donde quedarse. «En Argentina se hacía complicado porque habían colocado un montón de impuestos y nosotros teníamos nuestros ahorros», desarrolla.
«Mi esposa y mis hijos están muy bien en Lerma. No nos queremos mover»
Así, dieron con la web de Vente a Vivir a un Pueblo. «¡Ahí me flipó la cabeza, fue lo que estaba buscando!», exclama. Analizó los vídeos de todos los municipios que aparecían y preparó su escrito y su curriculum vitae a 80 diferentes de todo el país. Le respondieron del entorno de Málaga y de Cataluña, pero solo le llamaron por teléfono desde Lerma y eso le conquistó.
Una de las grandes aficiones de Sergio era la restauración de muebles y de otros objetos de las casas, por lo que decidió enfocar por ahí su futuro. Lo que antes simplemente se trataba de un hobby se iba a convertir en su nuevo trabajo en la villa ducal. Así, ha acabado en el mantenimiento y la reparación de monumentos en la capital del Arlanza.
«Me vine yo y a los cuatro meses ya llegó toda la familia», comenta. Todos se han adaptado perfectamente y están encantados. «Al principio cuesta y vine dispuesto a adaptarme a la cultura, así que lo primero que hice fue meterme a la banda de música», asegura. «Ahora hay empresas de Italia interesadas en que vaya a trabajar, pero yo no me quiero mover de aquí; mis hijos y mi esposa también están bien aquí», dice. Sus amigos del sur le dicen que la gente del norte es muy seca, pero responde que él también lo es. Nadie le mueve ahora de Lerma.
Sara Santiago | Arcos de la Llana
«Hemos vuelto tras 15 años en Valencia al tener a nuestros hijos»
Hace más de 15 años se marchó con su pareja a vivir a Valencia por cuestiones laborales, pero la burgalesa Sara Santiago ha querido regresar a la provincia cuando ha tenido hijos. Sin embargo, no se le pasó por la cabeza en ningún momento instalarse en la capital. Tanto ella como su pareja, también de Burgos, contaban con la firmen intención de asentarse en un pueblo y empezaron a analizar diferentes posibilidades por la zona del Alfoz.
«Al final en Valencia estás muy bien cuando tu prioridad es el trabajo, pero para plantear la vida familiar nos vimos con dificultades», expresa. De esta forma, decidieron «volver a casa» y se quedaron con Arcos de la Llana debido a que estaba cerca de la capital, contaba con todos los servicios y «un 6 de febrero tenía un montón de niños jugando en la plaza».
El hecho de que hubiese más pequeños para jugar con sus hijos se convirtió en un factor determinante puesto que así podrían tener un grupo de amigos y que resultase más atractivo también para ellos.
«Arcos tiene muchos niños y lo elegimos por eso. A la ciudad no quería ir»
Buscaban una casa con un poco de terreno y «una vida un poco más tranquila» que la que ofrece la ciudad, por lo que tenían claro que no querían vivir en la capital burgalesa. «En verdad en Valencia también residíamos en un pueblo parecido a Arcos y estábamos muy cómodos», desarrolla, por lo que cogieron sus maletas y se instalaron en este municipio que actualmente cuenta con 1.826 empadronados.
Sus niños tienen 2 y 4 años, respectivamente, y considera que también se han adaptado perfectamente. Y es que aquí tienen todos los servicios a mano y la ciudad a un paso.
El tema de la vivienda siempre se alza como un problema y este caso no ha sido una excepción. «Fue muy complicado, viviendas de alquiler hay muy pocas y nuestra primera opción pasaba por comprar en el pueblo pero había muy poca oferta», afirma. Al final consiguieron alquilar una de las pocas casas disponibles, pese a que les costó bastante esfuerzo por la cantidad de personas interesadas. «Fue como una lotería», dice. Y ya han adquirido un terreno y se están haciendo una casa de autopromoción. «Nos han acogido todos fenomenal, la vida es muy cómoda aquí, los niños están superbien y tenemos a la familia cerca», asegura. No se puede pedir más.
Sabrina Cibrián | Castrojeriz
«He abierto un discobar para que los jóvenes tengan un lugar de copas»
Tiene muchas ganas de emprender y de arrancar nuevos proyectos, de eso no hay ninguna duda. La argentina Sabrina Cibrián llegó a Castrojeriz en 2022 y desde entonces ha gestionado el hostal El Manzano. «No renovamos ese contrato, pero la idea era seguir dándole a la gente del pueblo un lugar de copas y que los jóvenes tuviesen también un lugar para divertirse», explica sobre la decisión de abrir ahora su discobar en un local que llevaba años cerrado. Se encuentra feliz en el medio rural y quiere aportar su granito de arena para que la villa gane más vida.
La localidad de la comarca Odra-Pisuerga, especialmente famosa por el Camino de Santiago y un bonito patrimonio que le convierten en uno de los Pueblos más Bonitos de España, cuenta con múltiples albergues y establecimientos centrados en los peregrinos. Sin embargo, como expresa Sabrina, con su iniciativa pretende que los vecinos del pueblo y de la zona cuenten con un espacio más de ocio. Lo inauguraron en Nochevieja y ahora se abre todos los viernes y sábados con dj's. El Under de Villa Carmela, como así ha denominado al local, aspira a seguir creciendo y ofrecer en el futuro conciertos con guitarristas de flamenco o solistas para abarcar los gustos de todos los asistentes.
Sabrina se ha adaptado perfectamente y asegura que entre sus próximos planes también está el gestionar el bar El Jardín. «Se jubilan los dueños y desde Semana Santa quiero estar allí también; lo llevaré con mi hermano y con mi primo, lo tendremos abierto todo el año y pensamos dar comidas puesto que queremos reactivar un poco la tradición en carnes», desarrolla. De esta forma, quieren cubrir durante todos los meses del año las necesidades de la villa en cuanto a hostelería se refiere. «Antes había mucho ambiente y bares aquí, por lo que la idea es que ahora se vuelvan a abrir cosas y que la gente venga más en vez de ir siempre los de Castrojeriz a otros pueblos», desarrolla.
«También empezaré con comidas en otro bar que llevaré con mis familiares»
Es licenciada en Artes Visuales y enfermera veterinaria, pero buscaba un nuevo rumbo en su vida y en el pueblo se encuentra de lo más contenta por esa cercanía que ofrece. Antes de acabar en Castrojeriz aterrizó un año antes en Gijón, donde dio clases de inglés y trabajó en una empresa de energías renovables. En un viaje a León descubrió los numerosos 'encantos' de los albergues y se topó en internet con un establecimiento en este pueblo burgalés. Tiene claro que quiere seguir aquí echando raíces junto a sus familiares y amigos.
Agradece también las facilidades para asentarse y la ayuda de Sodebur para quienes proceden de una ciudad, en su caso desde la capital asturiana. «Después de tantos años en ciudades la verdad que estoy superagusto en el pueblo», asegura la joven, que se muestra también muy satisfecha por la respuesta obtenida del vecindario.