No hay magia en la gestión del agua

SPC
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Día y noche, los servicios del agua urbana se mantienen casi sin que nadie se entere. Kilómetros de redes se extienden bajo los municipios, conduciendo un elemento vital. Esta infraestructura esencial, con un equipo comprometido, funciona todo el año

Imagen del Centro de Innovación en el Ciclo Integral del Agua, ubicado en la localidad de Salamanca.

Cada mañana, cuando el sol apenas asoma y mientras algunos vecinos terminan de ducharse, alguien ya ha revisado los depósitos de agua, asegurándose de que la presión en las redes sea la correcta. En los colegios, los niños abren los grifos para lavarse las manos con un líquido que ha pasado por rigurosos controles de calidad en tiempo real en una planta de tratamiento. Otros apuran su cepillado de dientes mientras hierven la pasta antes de meterla en el túper para la comida. Mientras tanto, unos técnicos supervisan los sistemas de saneamiento encargados de recoger esas aguas vertidas. Apenas ha amanecido y los quehaceres cotidianos ya se han entrelazado con un ciclo vital que pocos notan, pero que nunca se detiene. Incluso pasado el día, cuando cae la noche, el trabajo no cesa: las calles duermen, pero un equipo de personas se convierte en cazadores, inspeccionando las tuberías en busca de alguna posible fuga que detectar y arreglar.

«Solo pensamos en el agua cuando falta, pero el mejor indicador de que hacemos bien nuestro trabajo es que nadie hable de nosotros», afirman desde Aqualia. Parece lógico asociar el concepto de infraestructura con grandes puentes, carreteras o embalses. No es tan evidente pensar en miles y miles de kilómetros de redes de abastecimiento y saneamiento, una infraestructura vital, pero oculta y gracias a la que «por arte de magia» al abrir el grifo sale el agua. Estas instalaciones también hacen posible que, una vez utilizada este líquido, se devuelva al medio en perfectas condiciones. Un sistema complejo que, gestionado por un equipo altamente especializado de profesionales, trabaja 24 horas para que este servicio no pare. 

España cuenta con más de 460.000 km de red de suministro, longitud suficiente para dar la vuelta a la Tierra por el Ecuador casi 12 veces. A las ciudades y pueblos llega el agua potable tras un viaje de no pocos kilómetros, procedente de manantiales, embalses y presas próximas. Sin embargo, un gran porcentaje de esos conjuntos llevan en operación más de 40 años, aumentando la probabilidad de producirse incidencias en las tuberías. 

Cualquier escape se combate en equipo, a través de un sistema digitalizado y también a pie de calle.Cualquier escape se combate en equipo, a través de un sistema digitalizado y también a pie de calle. - Foto: sturtiLas fugas son un problema grave en el abastecimiento mundial. Una simple filtración de un litro por segundo supondría perder en un solo día 86.400 litros de agua, una cantidad equivalente a más de 500 bañeras domésticas. O a poner más de 1.800 lavadoras en una jornada. Estos escapes son parte del concepto Agua No Registrada (ANR), que abarca el líquido que se pierde debido a las propias fugas, roturas, fallos en la lectura de los contadores, fraudes y consumos no autorizados. En España, el 26 por ciento del agua suministrada en 2022 no fue registrada, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Es decir, de los 4.252 hectómetros cúbicos (hm³) distribuidos, quedaron sin medir 1.101 hm³, un volumen suficiente para abastecer durante más de dos años a una ciudad como Madrid. 

Doble foco

El ANR es un enemigo contra el que el sector del agua lucha cada día, y con este propósito trabajan intensamente operadores como Aqualia. Las fugas se combaten en equipo: por un lado, a través de un sistema digitalizado, y por otro, a pie de calle.

Esta labor arranca desde los puestos de telecontrol de la compañía, en los que los responsables y técnicos controlan que todo el sistema de un municipio funcione correctamente. Aquí, a través de sus pantallas, controlan lo que ocurre en los kilómetros de tuberías que se esconden bajo el suelo -en una localidad de 50.000 habitantes puede haber unos 200-, y que observan gracias a los sectores de control. Los dispositivos que monitorizan estas zonas están anclados a las tuberías de la localidad y ofrecen información continua del caudal y las presiones. En los puestos de seguimiento hay personas que vigilan a diario que los datos emitidos se encuentren dentro de la normalidad o si existe algún desvío, señal de alerta sobre una anomalía.

Esta serie de tecnologías, cada vez más avanzadas, indican en qué tramo hay una fuga de agua, acotándola a dos o tres calles. Una vez definido este perímetro, entra en acción el operario buscafugas, encargado de resolver el misterio de dónde está el punto exacto. Actúa como un Sherlock Holmes de las tuberías, pero en lugar de afinar la vista, agudiza el oído. La filtración se localiza a través del ruido, ya que la pérdida de agua en el subsuelo emite unas vibraciones características. 

La tecnología permite predecir y evitar las pérdidas de agua, lo que redunda en un importante ahorro del recurso. La tecnología permite predecir y evitar las pérdidas de agua, lo que redunda en un importante ahorro del recurso. Tradicionalmente estos especialistas actuaban de noche, cuando menos ruido hay en las vías públicas y cuando además el consumo de agua es mínimo, por lo que esta apenas circula por las tuberías y facilita enormemente localizar las pérdidas. Para realizar su trabajo los técnicos solían ir equipados con instrumentos que les ayudan a rastrear estas zonas captando el sonido del subsuelo con un amplificador. Poco a poco, los nuevos sistemas de localización remota de fugas en la red de agua mediante sensores se están imponiendo. Esto supone una reducción del plazo que discurre desde que se detecta un escape hasta su localización de forma automática en las oficinas de la compañía sobre un mapa georreferenciado.

Así, escuchando los latidos subterráneos del agua, recorren las calles y van sectorizando hasta localizar el punto exacto. Bingo. La filtración ha quedado acorralada. El buscafugas ha resuelto el misterio, pero aún queda parte del equipo por intervenir: a través de Aqualia Live, la aplicación digital de gestión de la compañía, el operario genera una orden de trabajo para que sus compañeros vayan al lugar a repararla: ahora toca abrir, sellar y volver a tapar.

Máxima eficiencia

La innovación y la tecnología se abren también paso, no solo en la labor de los buscafugas, sino también en la monitorización de las tuberías. Antes se actuaba de forma correctiva, cuando ya había ocurrido el problema. Ahora, gracias a los sensores, se pueden predecir y evitar las averías, lo que a su vez redunda en el ahorro de un importante volumen de agua. El control de pérdidas del líquido elemento es cada vez mayor gracias a los avances en este campo, pero es complicado que mejore mucho más sin una mayor inversión en renovación de una red que cada vez se va haciendo más antigua.

A comienzos de año, la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) cifró en 350 millones anuales la inversión necesaria para hacer frente a las pérdidas reales de agua en las redes de abastecimiento en España. En su último informe señalaba que el porcentaje de renovación de estos servicios alcanza tan solo el 0,2 por ciento, «muy por debajo del dos por ciento ideal para el mantenimiento de las infraestructuras en condiciones de sostenibilidad para la adecuada prestación de los servicios de agua urbana».

En el último Informe de SEOPAN (Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras de España), Análisis de la inversión en infraestructuras prioritarias en España, se refleja que esta es la nación europea que menos está invirtiendo en la red en el periodo 2014-2027 (0,14 por ciento frente a una media en Europa de 0,32), y a la vez es el país que más gasta en la operación de la red (36 euros por metro frente a los 19 de media a nivel continental).

Esa enorme red de agua está escondida bajo el suelo y los profesionales del sector trabajan, al igual que un buscafugas que ausculta por la noche el subsuelo de la ciudad, llevando el rigor y el silencio como insignia. Es un sistema invisible, sobre todo porque funciona. Pero precisa de un mantenimiento para que pueda seguir siendo eficiente y no desperdicie un recurso tan valioso como el líquido elemento. 

Castilla y León

En Salamanca, está ubicado el Centro de Innovación en el Ciclo Integral del Agua, que cuenta con la estructura, servicios y personal para ser un epicentro de desarrollo de soluciones innovadoras que aborden los retos actuales y futuros del ciclo integral del agua, además de aprovechar el verdadero valor de esta. Concretamente, los proyectos que se desarrollan desde el centro abordan las siguientes acciones: mejora de sistemas de tratamiento para garantizar la calidad del líquido, nuevos procesos de regeneración de agua, que además permitan la descarbonización del sector, recuperación de energía, enfocada a la optimización en este campo y la generación de compuestos de alto valor añadido, promoviendo planes de economía circular y protección del medioambiente.

Por otro lado, la compañía ha desarrollado el proyecto MARadentro en Medina del Campo, con el que busca aumentar los beneficios de la Recarga Gestionada de Acuíferos (MAR), mejorando la calidad y cantidad del agua recargada en reservas subterráneas y reduciendo la presión sobre los recursos hídricos. Este proyecto permite que las aguas residuales sean derivadas al río Zapardiel o pasen por lagunas que ahora sirven de hábitat para más de 8,600 aves. 

En Ávila, Aqualia ha sido la concesionaria del Servicio Municipal de Aguas desde hace más de 35 años, gestionando los elementos relativos al agua de la ciudad y sus barrios anexos. Además, este municipio cuenta con una de las instalaciones de Aqualia-LAB, una red de laboratorios acreditados ubicados en diversas localidades del territorio nacional, donde se realizan todos los análisis del líquido elemento de consumo humano que permiten asegurar la calidad y salubridad del agua suministrada. Una muestra más de la apuesta de la compañía por la región.

Aqualia, con su Plan Estratégico de Sostenibilidad 2024-2026 como guía, se ha marcado objetivos para reducir los volúmenes de agua no registrada y mejorar la eficiencia de las redes en los municipios en los que presta servicio. Una de sus apuestas es la digitalización. La entidad ya ha implantado sus aplicaciones de movilidad (GEO y NOW) en 558 localidades en España. Además, en 71 de esos municipios ya se ha realizado el despliegue del big data y la Inteligencia Artificial, lo que supone un incremento del cien por cien respecto a 2022. 

Como corporación internacional con un fuerte compromiso local, Aqualia ha desempeñado un papel esencial en la mejora de las infraestructuras y la reducción de las pérdidas de agua en los municipios donde opera gracias a su enfoque glocal, que le permite aplicar localmente la vasta experiencia y el conocimiento adquirido a lo largo de su historia y de su expansión global.