La derrota ante el Força Lleida en semifinales de la Final Four dejó muy 'tocada' a toda la familia del Longevida San Pablo y su capitán, Álex Barrera, no fue una excepción. Junto a Gonzalo Corbalán, es el único jugador que ha visto por segundo año consecutivo cómo se les escapa de nuevo el sueño de la ACB. «No sé qué decir. Me cuesta asimilarlo», comentó.
El proyecto azulón estaba diseñado para ascender a la Liga Endesa y el talento de la plantilla le convertía en uno de los grandes favoritos. Es más, el propio Barrera señalaba antes de viajar a Madrid que el equipo estaba «muy bien» y así lo reflejaban los nueve triunfos consecutivos desde la llegada de Jota Cuspinera al banquillo. Sin embargo, al equipo se le apagó la luz en el día más importante. «Somos los primeros que asumimos la derrota. Fue un partido con el marcador ajustado. Al final, las últimas acciones son las que hacen que te lleves la victoria y no nos hemos encontrado cómodos con las cosas que han ido planteando, no hemos podido hacer lo nuestro y se lo han llevado ellos», analizó Barrera.
El capitán azulón admitió que el vestuario estaba abatido por no lograr el objetivo. Las lágrimas de Millán Jiménez o Gonzalo Corbalán hablaban por sí solas, pero en todo el grupo reinaba la desolación. «En el vestuario se han dicho pocas palabras. Es un partido y nos lo han ganado. Jota nos ha dicho que está orgulloso de nosotros, del tramo final de la temporada que hemos hecho, pero aquí se acaba», explicó Barrera con cierta resignación.
Por último, agradeció a la afición el apoyo incondicional durante toda la campaña y lo destacó como el gran valor del San Pablo: «Ha estado ahí todo el año y nos ha empujado cuando más lo necesitábamos. Es lo que tiene el San Pablo. La afición nunca se va a rendir y espero que el equipo tampoco. Nunca hay que rendirse».