Hallan un gen esencial en la metástasis del cáncer de próstata

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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El equipo que dirige el científico burgalés en la Complutense acaba de publicar el estudio en una importante revista del campo de la oncología. El uso de librerías genómicas le ha permitido encontrar posibles dianas para el tratamiento de los tumores

El biólogo molecular explica el proceso del cultivo de las células cancerígenas. - Foto: Luis López Araico

Era el año 2016 y el bioquímico burgalés Álvaro Gutiérrez Uzquiza, que entonces investigaba en el Hospital Infantil de Filadelfia, llegaba tarde a una conferencia de la Asociación Americana de Genética. Se sentó en el único sitio libre que encontró (que luego resultó ser el del ponente) y siguió con atención lo que allí se sustanciaba. Era la presentación en sociedad de las librerías o bibliotecas genómicas descubiertas apenas un par de años antes. De allí salió dándole vueltas a cómo podría implementar esta nueva herramienta -que facilita el análisis de los más de 20.000 genes que se conocen en un único experimento- en su línea de trabajo, que desde 2010 versa sobre el cáncer de próstata metastásico. Encontró una idea y presentó un proyecto al programa de atracción de talento de la Comunidad de Madrid, que en 2018 recibió luz verde y propició su vuelta a España, donde desde entonces trabaja en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense. Seis años después, la revista Cancer Letters, una revista científica de alto impacto en el campo de la oncología, ha publicado el artículo resultante de esa investigación.

El trabajo ha consistido en la utilización de las herramientas CRISPR de edición genética, con las que se puede 'editar' o 'corregir' el genoma de cualquier célula humana, con el objetivo de identificar los talones de Aquiles, como los llama Gutiérrez Uzquiza, de las células de cáncer metastásico. «Lo hemos hecho utilizando librerías genómicas que analizan, a la vez, el papel de todos los genes conocidos en la metástasis, lo que nos ha permitido encontrar muchos que servirán como posibles dianas para tratamientos. Realmente -añade- no hemos hecho una librería sino dos, utilizando células que se extienden en el cerebro y la médula ósea, lo que nos ha permitido identificar 27 genes comunes esenciales para el cáncer de próstata metastásico y, posteriormente, nos hemos centrado en uno de ellos, sobre el que hemos demostrado que su actividad reprograma a las células tumorales para permitir que se adhieran a los tejidos donde se van a extender».

La combinación de la biología molecular y de la bioinformática ha sido clave en todo el proceso de identificación de los genes responsables de hacer que las células cancerosas adquieran la capacidad de 'viajar' a otras partes del cuerpo: «Se han analizado todos y cada uno de los 20.000 genes para dar con los que son esenciales para las células tumorales y que si los eliminamos podrían quedar debilitadas».

El biólogo molecular -exalumno del colegio de Jesuitas- destaca que una de las principales conclusiones de su estudio es que ha demostrado que es posible 'desprogramar' a las células metastásicas reduciendo, así, su capacidad de diseminarse por el organismo. «Las novedades que aportamos a lo que se sabía hasta ahora son dos: por un lado, hemos desarrollado una plataforma de búsqueda de puntos débiles en las células tumorales de cáncer de próstata que nos abren el camino a vencerlo y que se pueden utilizar en otros tumores; y, por otro, que hemos encontrado y demostrado que el gen PRMT7 es esencial para el cáncer de próstata y su inhibición con fármacos va a ser capaz de reducir la invasión de las células metastásicas».

Le han acompañado en este proyecto María Rodrigo-Faus, miembro de su equipo y primera firmante, una joven y prometedora científica que pronto leerá su tesis doctoral dirigida al alimón por Gutiérrez Uzquiza y Paloma Bragado, experta en metástasis y latencia tumoral (cuando las células del cáncer permanecen 'dormidas), que también es autora de la investigación y con quien el burgalés colabora desde hace años. Han contado, además, con colaboraciones de investigadores del Hospital Clínico San Carlos y del Center For Applied Genomic del Hospital Infantil de Filadelfia, del que el biólogo molecular nunca se ha desvinculado.