Belén Delgado

Plaza Mayor

Belén Delgado


Sin novedad en el pleno

18/06/2023

Era el pleno 'escoba' del Ayuntamiento de Madrid. Y cuando se pasa la escoba, ya se sabe, salen de debajo de los escaños todo tipo de sorpresas. Suele ser esa jornada final en la que cada cual repasa a la carrera el vértigo de lo vivido en la legislatura, mientras algunos aún miran de reojo el móvil esperando alguna señal. Begoña Villacís fue hasta el jueves una vicealcaldesa que esquivó todos los cantos de sirena para continuar abrochada a alguna poltrona. Alguna vez se presentó a sí misma como «el único antídoto contra los extremos» (era la voz del agonizante Ciudadanos).

Y, con la tranquilidad y el aplomo que da el desprenderse de todo por voluntad propia, Begoña desplegó su propia escoba. Y, para amplificar su particular operación limpieza, decidió abrir las ventanas al buenrollismo en el salón de plenos. Ya sabemos que estos escenarios donde sus señorías mercadean con nuestra suerte suelen estar blindados y sin conexión con el exterior. Por eso, cuando Villacís arrancó con un «lo que voy a hacer es sacarle las vergüenzas a todos, porque ustedes tienen muchas vergüenzas y las ocultan», semejante bocanada de aire fresco hizo dar un respingo en sus encuerados asientos a más de uno: empezando por el alcalde capitalino, Martínez-Almeida, al que parecía habérsele colado una avispa por el cuello de la camisa.

Lo que siguió después fue un curso gratuito de autoayuda y liderazgo, un 'coaching' que sonó tan sincero que hoy, que estrenamos salones de plenos en (presunto) estado de revista, deberían ponerle el vídeo a sus señorías y ediles para inspirarles en su nueva responsabilidad (pueden encontrarlo en cualquier buscador digital). 

Villacís contó algunos chascarrillos del 'vestuario' de la política. Desveló que hay un tipo de Vox que «le cae bien al 95% del pleno» (sí, sí, de Vox). Que hay concejales que siguen trabajando más allá de hora o que incluso se pueden intercambiar ropa de embarazada entre políticas de ideologías contrarias. Ella ha decidido marcharse del «único oficio en el que nos hablamos mejor a la espalda que a la cara». Pero abandonen toda esperanza los que vieron en el aplauso final y el asentimiento colectivo, alguna señal de cambio. En muchos ayuntamientos recién estrenados, las trincheras ya asoman por delante del diálogo, el consenso o el respeto.