Una fregona, un viejo reposapiés, varios puntales de obra y unas carpetas de documentos del Ceas Burgos Rural para destruir, que por cierto están al alcance de cualquiera. Estos son los compañeros de las 84.000 mascarillas que languidecen abandonadas en la antesala de una salida secundaria del Palacio Provincial cuando tendrían que haberse distribuido entre los ayuntamientos. Ya no será posible, porque han caducado, según ha podido comprobar este periódico.
Y no porque estén escondidas o no han tenido tiempo de repartirlas.El diputado del PSOE Ignacio Grajal preguntó en el Pleno de mayo por una partida «importante» de mascarillas, «60.000 o quizás más», que llegaron a la Diputación en una fecha desconocida para él. «No hay explicación, o al menos es la que demando, para justificar que esas mascarillas estén ahí días y días, o semanas, y no se hayan distribuido a los diferentes ayuntamientos», apuntó entonces.
El presidente, César Rico, le respondió: «No se preocupe, que si surge otro caso de pandemia más fuerte tendremos en cuenta también a los ayuntamientos, pero que de momento no se van a distribuir», zanjó. Ayer, Grajal volvió a usar el turno de ruegos y preguntas para interesarse por el destino del material de protección.
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