Los que circulan por la N-122 se enfrentan a un trance que ninguno quiere enfrentar, pero que no les queda más remedio porque es la carretera que conecta toda la Ribera del Duero. Los últimos accidentes registrados en un tramo de seis kilómetros, entre Haza y Fuentecén, han dejado un sentimiento de indignación que, por momentos, muta en resignación por las décadas de retraso para convertirla en autovía. «En esta carretera ya no hay accidentes, son asesinatos, porque se tenía que haber desdoblado hace tanto tiempo que la culpa de todos los accidentes es de quienes no lo han hecho», expresa indignado un vecino de Fuentecén, localidad donde se concentran dos de los cruces más peligrosos de la N-122 a su paso por la comarca.
El tráfico denso, con un importante volumen de camiones y vehículos agrícolas, las continuas zonas con mala visibilidad, la sucesión de curvas, las travesías de las localidades, los cruces..., todo ello suma para que sea una de las vías con menor seguridad de la provincia, y eso lo sufren los que la utilizan de forma habitual, ya sea para moverse por la comarca ribereña o para trasladarse a ciudades como Valladolid, Soria o Zaragoza para rutas de transporte. En los últimos meses, además, el continuo ir y venir de vehículos pesados entre Fuentecén y Haza para llevar zahorra a las obras de conexión con la variante de Aranda de Duero ha incrementado la intensidad del tráfico y ha subido un par de puntos más la peligrosidad de esta vía. «El ir y venir de camiones con grava para las obras es continuo, si te topas con uno tienes que ir con mil ojos y adelantar es un deporte de riesgo, menos mal que tienen cuidado de no circular mucho cuando ha llovido para no poner la carretera perdida de barro», explica con una importante carga de ironía un fontecenense que circula por la N-122 para desplazarse a Aranda de forma habitual. «Se nota más tráfico, encima los obreros suelen dormir aquí y están todo el día yendo y viniendo por este tramo», apostilla otro vecino, harto de que cada vez haya más tráfico en torno a su localidad de residencia.
Los conductores profesionales, acostumbrados como están a todo tipo de vías, reconocen que transitar por la N-122 en el tramo de la Ribera burgalesa roza la categoría de calvario. «Da igual a la hora que pases por aquí, siempre hay tráfico, hasta a la hora de comer que se supone que paramos todos, pero hay tanto camión que siempre te cruzas con alguno», apunta un camionero. En su ruta de vuelta a Aranda, desde Valladolid, otro insiste que «la seguridad está muy mal, por los tractores y vehículos del campo, y mucho tráfico, tanto de camiones como de turismos».
Tráfico intenso en la N-122 - Foto: Luis López AraicoQuienes van de paso, más allá del tráfico con el que se cruzan o que llevan delante, no son conscientes de la cantidad de vehículos que pueden transitar por un mismo punto de esta carretera en un sólo minuto. Haciendo la prueba, en el cruce de Fuentecén donde se registró el último accidente mortal hace una semana, a media mañana llegan a pasar una treintena de vehículo en 60 segundos, de los que una quinta parte son camiones.
Este es el día a día de los vecinos de las localidades ribereña que tienen que sufrir esta carretera bien para ir a Aranda o para desplazarse a Valladolid, un trayecto muy habitual para los residentes en esta comarca. «Yo voy a menudo a Valladolid y está toda destrozada, quitando algún tramo que han reparado, está todo bacheado; ahora para Aranda está mejor», reconoce un conductor que viaja a menudo a la capital pucelana. «No nos queda otra que utilizarla, es una tortura, y más con los camiones que, para adelantarles, es muy complicado porque el tráfico pesado es impresionante, incrementa la peligrosidad más todavía», describe cómo es transitar por la N-122 en esta comarca.
En las localidades por las que transita esta carretera en la zona sur de la provincia, sus habitantes están tan hastiados que, al preguntarles por esta vía, expresan con total naturalidad frases que van desde el resignado «estamos desamparados de la mano de Dios» hasta el irritado en extremo «es una puta mierda», dejando patente el sufrimiento diario de circular por ella.
Antonio Grande, camionero
Antonio Grande, camionero.
«Esto es una bomba andante, tienes que estar siempre pendiente, siempre hay un peligro»
Antonio, con toda una vida al volante, hace una parada para comer en la área de servicio de Fuentecén. Aunque no es su ruta habitual, conoce muy bien la N-122. «A veces me toca ir por esta carretera, pero también voy para Valencia, para Sevilla, para todos los lados», apunta. En este caso le ha tocado lleva su carga de material de automoción de Zaragoza hasta la localidad abulense de Arévalo.
Después de 285 kilómetros por esta carretera, más los que lleva recorridos durante toda su carrera profesional, es muy consciente del riesgo que tiene esta vía de doble sentido. «Esto es una bomba andante, tientes que estar siempre pendiente, es un peligro porque tienes un accidente y es un 70-80% de mortalidad, si no pillas a una familia que es mucho peor», asegura.
En su ruta por esta carretera nacional, se cruza con todo tipo de vehículos. «Se ve de todo, turismos, camiones...», especifica, y valora el estado de la vía como mejorable. «Está un poco bacheada y de tráfico hoy no hay mucho aquí, en otras zonas hay mucho más», según su experiencia. Eso sí, cuando tiene que atravesar un tramo con obras, lo sufre más. «Por aquí hemos estado una temporada con mucho parón, a nosotros las obras nos hacen polvo», remarca.
Javier Parra, camionero
Javier Parra, camionero.«Está mal, con baches y mucho tráfico, y la han desdoblado a cachos»
Los transportistas que se ven obligados a circular por la N-122 para realizar sus rutas diarias son los mayores sufridores de esta carretera. Es el caso de Javier que, con más de 20 años al volante, transita esta nacional «casi todas las semanas, dos o tres veces, para ir más allá de Aranda» con su carga de pienso.
Y cada día se encuentra con un panorama poco idóneo para su trabajo. «Está mal, con baches y mucho tráfico. Se supone que la iban a desdoblar, pero sólo han hecho cachos», lamenta la situación en la que se encuentra la que tendría que ser la Autovía del Duero desde hace décadas.
Si tiene que elegir cuáles son los puntos más conflictivos lo tiene claro: «Las travesías, aunque si pillas un camión en cuesta y no puedes adelantar también se complica», apunta. Mirando hacia uno de los cruces de Fuentecén, el de la carretera de Roa, recuerda algunos accidentes que ha presenciado, como «un coche que se estampó contra la carga de un camión», relata.
Catalin Nastase, camionero
Catalin Nastase, camionero.
«Todo el tráfico de mercancías que viene de Barcelona y va para Valladolid pasa por aquí»
Catalin lleva 20 años trabajando como camionero, los tres últimos lustros se ha convertido en un habitual de la N-122. «A la semana, voy tres o cuatro veces por esta carretera», especifica en una parada para repostar en su camino de vuelta a Aranda, «vengo de Valladolid de dejar material para una obra», ya con ganas de concluir su jornada al volante porque el volumen de tráfico por esta carretera es excesivo. «Está muy mal, por los tractores y vehículos del campo, y mucho tráfico, camiones y turismo, porque toda la mercancía que viene de Barcelona y va para Valladolid pasa por aquí», explica, ya que no hay una ruta alternativa para el tráfico de mercancías.
En sus años como profesional al volante en esta ruta no se ha librado de presenciar si no accidentes, algún susto. «Porque te sale un vehículo de frente, adelantando, o animales», enumera como los principales peligros en la N-122, al menos en el tramo burgalés que él transita. Como todavía le quedan varios años para dejar de trabajar, tiene un deseo para que se cumpla antes de dejar el volante. «Que nos hagan ya la Autovía del Duero, cuanto antes mejor, así pasan menos desgracias», verbaliza, haciéndose eco del anhelo de todos los usuarios de esta carretera.