Viajaba el UBU San Pablo a tierras gallegas sabedor de que el ascenso era imposible, aunque también empeñado en acabar la temporada con una sonrisa y un buen sabor de boca. La Asobal deberá esperar y el conjunto cidiano sabía que su oportunidad no estuvo en esta eliminatoria, sino en la final a cuatro que se le escapó en la prórroga contra el Tubos Aranda. 

El conjunto burgalés logró la victoria ante el Cangas del Morrazo en un pabellón abarrotado, con ambiente de fiesta y en el que el calor se convirtió en un incómodo acompañante para ambos contendientes. Ganó el equipo que más puso sobre la cancha, que más quiso y el que nunca se dejó llevar.

Los dos equipos sabían que la eliminatoria había quedado finiquita Burgos el pasado miércoles, aunque los rojinegros afrontaron el choque al cien por cien, tiraron de orgullo después de lo sucedido en el polideportivo El Plantío y compitieron hasta el final.

Enfrente estuvo un oponente diferente al del partido de ida. Durante varias fases del partido quitó el pie del acelerador y dejó que el UBU San Pablo se agarrara al choque. Hubo momentos en los que el Cangas del Morrazo dominó y tuvo ventaja en el marcador, pero no acabó de cerrar el choque, lo que aprovecharon los visitantes para dar la vuelta a la tortilla en la segunda mitad.

El UBU San Pablo cierra con esta victoria una temporada histórica y muy intensa. No ha podido lograr el ascenso a la máxima categoría, pero ha vuelto a dar un paso hacia adelante como entidad y se ha quedado muy cerca del éxito. Confían en haber aprendido de los errores que han cometido en el curso que acaba de concluir y están convencidos de que en la 24-25 serán más fuertes.

Desde el primer minuto de juego se pudo comprobar que el UBU San Pablo afrontaba el choque con muchas ganas. Por contra, a su rival le costó más entrar y las primeras ventajas fueron para los visitantes, algo que no había pasado nunca en el choque de ida. Pronto se pudo comprobar que Cangas estaba más relajado, que no tenía la tensión del partido de ida, lo que unido a la presencia en la cancha de jugadores menos habituales hacía que la igualdad fuera protagonista.

El UBU San Pablo jugaba con una defensa abierta y presionante para evitar que su oponente le hiciera daño por los extremos y el marcador permanecía en un pañuelo sin que ninguno de los dos contendientes lograra imponer su juego.

Sin embargo, un arreón de los gallegos hizo que el electrónico se estirara. Un parcial de 5-0 (11-6) hizo que el choque corriera peligro de romperse, aunque Roi Sánchez pidió tiempo muerte y frenó la sangría. Los suyos regresaron al partido, mientras que el Cangas bajó su intensidad, lo que agradecieron los cidianos.

Las rotaciones en el conjunto local se intensificaron y la salida a la cancha de los menos habituales hizo que el cuadro de Pontevedra perdiera pegada. De esta forma, las diferencias se redujeron a la mínima y se llegó al descanso con un marcador de 19-18. Todo se decidiría en el segundo periodo. El cuadro burgalés seguía vivo gracias a su intensidad y quería más.

El paso por los vestuarios sentó mejor al combinado castellano, que se volvió a poner por delante con el 20-21. El UBU San Pablo tiraba de coraje de ganas, no quería perder su último partido y aprovechaba que el equipo que tenía enfrente no acababa de entrar en el choque. Los visitantes se lo creyeron y, pese a que el Cangas trataba de reaccionar y tenía fases dominantes, mantenía sus opciones de victoria a base de trabajo.

Las variaciones tanto en defensa como en ataque despistaban a un Cangas que en el tramo final del choque quiso regresar a su mejor versión, esa que le permitió arrasar en El Plantío. Pero ya era tarde. Con sus mejores jugadores en la cancha, el conjunto de Pontevedra piso el acelerador a fondo y llegó el empate a 36 y posteriormente a 37. Pero el UBU San Pablo siguió creyendo y puso lograr una victoria en su último duelo del curso.