La administraciones públicas son maquinarias muy pesadas que exigen eternas tramitaciones antes de que una idea o proyecto se conviertan en realidad. Sin embargo, en algunas ocasiones los procedimientos más simples se dilatan en exceso o finalizan su recorrido casi antes de empezar el proceso planteado.
Se ha cumplido un mes desde que el equipo de Gobierno municipal tratara en su reunión de coordinación semanal la situación del tráfico en G-3 tras el atropello mortal sufrido el pasado 17 de diciembre por una mujer en un paso de cebra de la calle Condesa Mencía. De aquel encuentro surgió el compromiso político de poner en marcha varias medidas de seguridad en la zona, algunas de las cuales llevarán su tiempo y otras, sin embargo, pueden aplicarse de manera inmediata.
Pasan las semanas y la situación no ha cambiado en un punto especialmente sensible para el tráfico rodado. Los usos y costumbres de los conductores estrecharon la amplia avenida de dos carriles por sentido al convertir el aparcamiento en línea en una improvisada zona de estacionamiento en batería ya asumida como definitiva. El caso es que no hay una reordenación del espacio urbano ni una adaptación de los elementos relacionados con la seguridad vial para acondicionar la vía a esta situación o para forzar el regreso al planteamiento con el que fue concebido este populoso barrio de la capital.
Aunque la Policía Local apuntó en su momento que el último atropello se debió a un deslumbramiento y no a la falta de visibilidad que afecta a varios puntos del recorrido urbano, lo cierto es que el G-3 sigue a la espera de que las áreas municipales implicadas en esta tarea tomen las medidas anunciadas a finales del pasado año.
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