Cada día que el San Pablo juega en casa son miles y miles los aficionados que se enfundan su bufanda azulona y hacen el camino hasta el Coliseum para ver a los suyos. Pero de entre todos ellos, muy pocos lo disfrutan tanto como Roberto García... y nadie lo siente como él. Por obligación y por pasión. En 2008 le detectaron un glaucoma que gradualmente le restó visión hasta anularla por completo. Entonces no le quedó otra que adaptarse: pasó de ver el baloncesto a escucharlo y sentirlo. Dejando a un lado los prejuicios, se atrevió a cumplir la promesa que se había hecho a sí mismo si se alcanzaba la ACB, convirtiendo lo que al principio era todo un reto en la rutina de cada abonado. «El motivo era el que era. El baloncesto. Era una necesidad que tenía creada ya», recuerda Roberto, cuya capacidad de superación alcanzó nuevos límites hace semana y media. Se atrevió a correr la prueba popular del XX Cross de Atapuerca.
Sabiendo que su equipo jugaba ese sábado, se animó a apuntarse a la carrera de campo a través el día siguiente. «Me llamaron de la organización y me preguntaron si quería ser el protagonista del spot de este año», confiesa Roberto, que para grabar el vídeo promocional acudió a una tienda de zapatillas de la capital en la que le estaba esperando, además del material con el que afrontar el circuito, la persona acabaría siendo su guía.
«Me llamaron y me dijeron que iba a venir una persona a la tienda para grabar. No me dijeron más. En cuanto salió la posibilidad me pareció la hostia ¿Cómo iba a decir que no?», remarca Rodrigo Alonso, al que este desafío le conquistó por varios factores. Lo primero por la prueba de la que se trataba. Él trabaja en una tienda especializada en material de atletismo. Lo segundo, por Stellar. Él es subcampeón de España de canicross y conocer a Stellar, el perro guía de Roberto, le conquistó. Y por último, el baloncesto. Rodrigo forma parte de la Peña Andrés Montes y tiene tantas ganas de que el San Pablo regrese a la élite como Roberto. De ahí que ambos se entendieran en tiempo récord.
El día en el que grabaron el spot en el circuito donde semanas después sería la prueba hicieron buenas migas. «Me quedé asombrado porque, aunque al principio iba acojonado y con miedo, luego se soltó. En los primeros metros se me echaba encima buscando protección, pero luego me sorprendí», rememora Rodrigo sobre ese momento en el que Roberto soltó a Stellar para fiarse de él. «Con el perro estoy más seguro, pero corriendo sin él me sentí libre», añade Roberto, que hace semana y media por fin cumplió su objetivo.
A pesar de la lluvia, a pesar del barro y a pesar de los charcos, Rodrigo y Roberto tomaron la salida mientras Stellar observaba el esfuerzo de ambos tumbado frente a una pantalla gigante. Descansando, al igual que hace cuando el árbitro echa el balón al aire en el Coliseum. No se inmutó cuando Roberto tuvo un amago de caída, quizá reflejo de su confianza en él. Y acertó, ya que la dupla consiguió completar el kilómetro y medio de la primera vuelta para entrar por la línea de meta entre los aplausos y los ánimos de todos aquellos que habían visto el spot del XX aniversario de la prueba y se habían quedado con sus caras.
(El reportaje completo, en la edición impresa de este jueves de Diario de Burgos o aquí)