Dos vecinos rescatan del olvido a los gigantes y cabezudos

S.F.L. / Briviesca
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Félix Siro Alonso y su hijo José María -concejal de Festejos- han invertido infinidad de horas para restaurar a mano los personajes más gamberros

El briviescano Félix Siro Alonso ha restaurado los cabezudos que llevaban décadas olvidados en cajas. - Foto: S.F.L.

Los cabezudos y gigantones están presentes en las fiestas locales de cantidad de países europeos y latinoamericanos desde hace siglos. Briviesca no podía ser menos y desde ayer estos desvergonzados personajes campan a sus anchas por las calles de la ciudad, infundiendo miedo a los más pequeños con sus grotescas máscaras de tamaño desproporcionado y persiguiendo a sus presas con rápidas carreras. 

Para los niños de edades prematuras llegan a ser un suplicio, pero para los chavales más mayores son sinónimo de pillería y diversión. Este año, para la alegría de muchos -y la pena de otros- el equipo se ha incrementado hasta alcanzar los 28 personajes gracias al arte de Félix Siro Alonso y su hijo José María -actual concejal de Festejos-, que han dedicado cantidad de horas de su tiempo libre en restaurar las piezas más dañadas que llevaban décadas sin ver la luz del sol. 

En un taller de manualidades casero iniciaron según terminaron las fiestas patronales de 2023 las actuaciones necesarias para devolver a la vida a las grandes cabezas de ogro, reina, demonio, anciana, hechicero, dragón pirata, marinero y payaso, entre otras, elaboradas con cola, papel, escayola, pintura y un barniz especial resistente al agua. Los resultados han sido favorables y desde ayer corretean sin cesar.

El patrimonio de la ciudad también ha recuperado de unas cajas de cartón a los dos gigantes que el Ayuntamiento adquirió en el año 1953 a la empresa El ingenio de Barcelona, dedicada a la fabricación de artículos para festejos, que desde entonces se han convertido en un reclamo más de estas fechas. El público asistente en el pregón enloqueció de alegría al contemplar que por una de las puertas del templo aparecían cuatro en vez de dos de estos personajes. En este caso, José María se encargó de reparar las cabezas, el resto del trabajo lo realizó una empresa. 

Debajo de todos ellos y sus ropajes se oculta un grupo de jovencitos en buena forma que no dudan en pegar un bolazo a todo aquel que se cruce en su camino.