Entró a la sala apoyada en una muleta, ayudada por la agente judicial y sollozando. El presidente de la Audiencia Provincial de Burgos la tranquilizó y pudo empezar a responder a las preguntas del fiscal sobre lo poco que recuerda de aquella mañana del 3 de octubre de 2017, en la que fue salvajemente atacada cuando el 'loco del martillo' deambulaba por Miranda.
Se sentó en un banco para hacer tiempo antes de entrar a trabajar y encendió un cigarro. «No recuerdo si lo llegué a terminar. En un momento dado, la cabeza me empezó a dar vueltas y lo vi todo negro», explica Rosa (nombre ficticio). Después escuchó a una persona decirle que estaba «llena de sangre» y de ahí a Urgencias.
23 días entre los hospitales de Miranda y Vitoria, 4 meses en una residencia, una malla de titanio en la cabeza y la incapacidad total para quien antes iba en moto a su trabajo. «Psicológicamente sigo en tratamiento. Estoy muy mal», detalla esta mujer, que toma antidepresivos y ansiolíticos y tiene pérdidas de concentración y de equilibrio.
«En casa me he caído ya dos veces, apunta. «Mi vida ha cambiado 100 por 100», resume. Y lo peor es el miedo que le generó el ataque por la espalda. «No se me ha quitado. Salgo de casa lo justo y solo acompañada».