Pampliega sale en auxilio de una vecina arruinada en la DANA

R.E. MAESTRO / Burgos
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Sandra González, vecina de Catarroja, ha perdido su óptica y critica que las administraciones les han desatendido. Mientras, desde su pueblo de Arlanza no han dejado de enviarles ayuda: «Sentimos un abandono total y agradecemos a Pampliega su apoyo»

Sandra González (de rojo), junto a su socia, Laura Elena, y sus hijos, Asier (i.) y Unai. Su óptica ha quedado arrasada por el agua y el barro. - Foto: DB

El 29 de octubre, sobre las 18.30 horas, tuvo que salir corriendo de su óptica de Catarroja al ver cómo se inundaba todo y solo pudo coger el bolso, el móvil y las llaves de casa. «Una vecina nos golpeó fuerte en el cristal para avisarnos de que se estaba saliendo el barranco, había un río por medio de la calle a una velocidad brutal y en nada tenía el agua en los tobillos dentro del local. Cuando iba a bajar la persiana se fue la luz y en 20 minutos el agua estaba a metro y medio. Fue dantesco, un verdadero tsunami, como la película Lo Imposible», recuerda Sandra González, vecina de esta localidad ubicada a tan solo 10 kilómetros de Valencia. Ha perdido su negocio y ha sentido el abandono de las administraciones. «Aquí estuvimos cinco días donde no vino nadie», manifiesta. Lo que sí ha recibido es el cariño y el apoyo de su pueblo, Pampliega, y por ello muestra a través de estas líneas su agradecimiento al vecindario.

«He ido intentando responder a todos individualmente, pero te juro que me he quedado sin palabras. Y esta es una forma de dar las gracias a todos. Les he tenido que frenar para evitar que vengan, que aquí está todo muy mal organizado», comenta Sandra, que resume así que durante estas tres semanas ha recibido múltiples ánimos desde Pampliega y que todos le han demostrado su generosidad. Algunos se llegaron a desplazar allí con sus 4x4 para tratar de colaborar y muchos han realizado donaciones, puesto que su óptica ha quedado destrozada. Su hermana le llevó un coche desde Burgos, aunque todavía no pueden circular con él debido a que no les dejan moverse por las poblaciones.

Sandra, que reside en Catarroja junto a su familia, cuenta que la semana pasada se desplazó andando a la ciudad de Valencia para realizar una gestión y le sorprendió la normalidad que tienen allí pese a que se encuentran muy cerca. «Los semáforos funcionaban, la gente estaba tomándose un café, olía a limpio... la sensación de mi vuelta a casa fue horrible. No me explico cómo esto puede estar sucediendo en un país como España», expresa. «Lo ha quitado todo la gente a base de riñones y de cojones», asegura, mientras destaca el trabajo de los operarios de Mercadona y que ellos le han facilitado bombas de extracción de agua, contenedores y otra maquinaria. «Luego vinieron aquí bomberos de Badajoz y Málaga, a ellos tampoco se les puede poner un pero», añade.

Su negocio ha quedado destruido, pero le gustaría poder reabrirlo para marzo


Le cuesta recordar todo lo que ocurrió el día de la DANA y reconoce que tiene ciertas «lagunas» de esos dramáticos momentos, pero no olvida los coches golpeando todas las paredes y cayendo por la rampa de un supermercado cercano, la cantidad de lodo y las cañas que taparon las calles. Y a ello se sumaba la incertidumbre de familiares y amigos que les preguntaban y no podían responder al no tener cobertura. Nadie les avisó de la magnitud del suceso y muestra de ello es que ella y su socia salieron de la óptica una hora y media antes de que llegara la alerta. «Y este pueblo está al final, por lo que en Paiporta o en Picaña esto pasó media hora antes que aquí», dice. 

Ante ese abandono y soledad que ha sentido, su querido Pampliega le ha vuelto a aportar en este momento esa paz y felicidad que siempre encuentra cuando acude en verano, Semana Santa, Navidad y otras fechas festivas. «Es mi casa, mi lugar y necesito agradecérselo después de todas las aportaciones que nos han hecho. Ha estado todo el mundo pendiente de nosotros, todos en el pueblo saben que vivimos en Catarroja; una sensación brutal», comenta emocionada.

Presente y futuro. A pesar de que han pasado ya más de tres semanas, aún queda mucho trabajo por delante en Catarroja. En muchas zonas siguen sin alumbrado y el agua que llega a las viviendas es escasa. «Estuvimos seis días sin agua y los pisos superiores seguimos, tenemos un hilo cuando los operarios se van y llega algo de presión. Los calentadores no arrancan, las lavadoras no van...», explica sobre la situación actual. De ocho colegios, solo uno -al que va su hijo menor- ha quedado en pie y el lunes volverán a clase.

En la óptica de Sandra no ha quedado nada, puesto que se rompió el cristal y el agua -que llegó a una altura de dos metros y medio- se lo llevó todo. Su sueño es recuperarlo para poder a trabajar, ya que ella tiene 47 años y su socia, Laura Elena, 53. No piensan tirar la toalla y esperan que lleguen las ayudas estatales. Ahora miran con gran pena las paredes y techos destrozados, pero también con la ilusión de poder volver en marzo. Se ubican en la arteria comercial del municipio y los negocios están destruidos. En la parte más alta, donde menos agua ha entrado, están abiertas un par de tiendas, la administración de lotería, un bar...

«Es horrible la conexión, un caos... sigue habiendo montañas de escombros, mierda y coches», dice, mientras lamenta que nadie haya gestionado esto adecuadamente y personas como su padre necesitaban ir al médico y no podían. Tampoco han visto demasiadas informaciones, puesto que siguen sin televisiones. «Gracias a Dios, porque también tengo entendido que hay un exceso de sensacionalismo; todo lo que sé me lo han contado otros familiares», asegura. Ahora solo se lucha por dejar atrás esta pesadilla y mirar al futuro.