Aunque Carlos Sobera nació en Barakaldo (Vizcaya) es hijo y nieto de burgaleses. Su padre era electricista y su madre ama de casa y la pareja emigró al País Vasco para dar a sus hijos una vida mejor. Ahora esa ascendencia castellana ha llamado a la puerta del actor y presentador para retomar el romance que, como ha dicho en algunas ocasiones, mantiene con esta tierra. Lo dijo, sin ir más lejos, el año pasado tras representar en el teatro romano de Clunia la obra Miles Gloriosus y esa circunstancia le traerá el jueves 27 de junio a la capital para abrir las fiestas de San Pedro.
Las raíces burgalesas del presentador de First Dates han seducido a la Federación de Fajas y la Hermandad de Peñas, que lo han elegido para representarles en el lanzamiento de la bota. Por lo tanto, no será el pregonero, que para eso ya están los jugadores de rugby. Lo que al de la ceja levantada le corresponderá será tirar la bota a la Plaza Mayor desde el balcón del Consistorio a eso de las 9 y pico, tras el chupinazo y la interpretación del himno. Luego acompañará a las autoridades al Teatro Principal para desde allí firmar las botas de cada peña y ponerle el pañuelo a la estatua del Cid, si no tiene vértigo. Le sobra sentido del humor para afrontarlo y desparpajo para salirse con la suya si lo de las alturas le intimida. Así que habrá que esperar a ese día para ver qué pasa.
Del origen humilde y de unos ídolos que «fueron y serán siempre mis padres» Carlos Sobera habla en el libro A contracorriente(Espasa), publicado hace un par de meses. En sus memorias relata cómo fue su infancia, lo mal que lo pasó en la escuela, el refugio que supuso el cine y sobre todo las películas de John Wayne: «De pequeño me sentía un poeta en mi pueblo. Nací en Barakaldo, en casa de mis padres, en casa de obrero, de familia humilde, trabajadora y bien sufrida, asistido por una matrona.
(Más información, en la edición impresa de este jueves de Diario de Burgos o aquí)