La celebración de las fiestas de Bardauri y La Tejera, en honor a Santa Marina, son una excusa perfecta no solo para acercarse a compartir con los vecinos de este barrio las diversas actividades que han incluido en su programa, sino que es una oportunidad para adentrarse en el pequeño templo que lleva el nombre de la santa marinera y descubrir una de las joyas del arte que se conservan en la ciudad.
Se trata del retablo que preside la ermita, el que ayer además acogió un acto religioso y el concierto del grupo Mies, habitual en las fiestas de Bardauri. Un retablo de estilo manierista fechado en la segunda mitad del siglo XVI y que lleva la firma de Pedro López de Gámiz, un escultor burgalés y que se afincó en Miranda considerado uno de los más importantes tallistas de la época.
La obra, que fue policromada siglos después de su creación, luce además esplendorosa, gracias a la restauración que en el año 2005 se realizó con la colaboración de la Fundación del patrimonio Histórico de Castilla y León y el propio barrio, que a través de su Asociación de Vecinos logró recaudar una parte del dinero necesario para los trabajos. Se seguía así con la propia historia del retablo, que fue erigido en el siglo XVI gracias a los habitantes de Bardauri, que entonces, para embellecer el templo de su pueblo, también hicieron una cuestación para poder encargar al afamado escultor la ejecución de este pequeño pero singular retablo.
Destaca, explican los expertos de la Fundación del Patrimonio Histórico, «las columnas estriadas con monstruos y hombres hercúleos tallados en su tercio inferior», lo que se complementa con una pequeñas escultura «muy expresivas» que se sitúan en unas hornacinas de los laterales. Se cree que el retablo fue ejecutado por varias manos, citándose también a Juan de Carranza, cumpliéndose algunas ‘leyes’ del manierismo como «el gusto por la gesticulación», se explica.
Aunque la principal imagen, la de Santa Marina, ayer estaba fuera del retablo para presidir la ceremonia desde un lugar privilegiado delante del altar, en el conjunto destacan otras como la de Santiago a caballo y en el ático la imagen de La Piedad. Los evangelistas San Pedro, San Juan Bautista, San Andrés, San Francisco, San Antón, Santa Lucía y Santa Marta completan la relación de imágenes disponiéndose a ambos lados de la calle central.
El retablo, estuvo en serio peligro debido a la humedad y los insectos, aunque los restauradores lograron un buen trabajo en la limpieza, reposición de elementos desaparecido, eliminación de insectos y asentamiento del color de las figuras y el retablo en general.
En más lugares
Retablos del mismo autor pueden verse varios en la provincia, como en Santa María la Mayor de Briviesca, en el Monasterio de Santa Clara, también en Briviesca, en la pedanía mirandesa de Ircio o en el Museo de Burgos, donde se conserva el retablo del antiguo Monasterio de Santa María la Real de Vileña.
Sobre la ermita, destacan algunos importantes restos románico, especialmente en la portada, con el arco de medio punto, las columnas y los capiteles decorados, con la figura de un león y de un jinete a caballo respectivamente.