El Burgos CF ha taponado la sangría que suponían los goles en contra y en las tres últimas jornadas ha logrado mantener su portería a cero. El propio Jon Pérez Bolo, entrenador blanquinegro, asumía que les estaban haciendo demasiados goles y que era algo que debía cambiar para que el equipo diera un paso adelante. Aunque en la misma medida que el conjunto blanquinegro ha ganado en solidez defensiva ha perdido pegada en labores ofensivas.
Es entonces cuando muchos se acuerdan de la teoría de la manta, esa de la que hablan muchos entrenadores y analistas de fútbol. No es más que una metáfora para explicar lo complicado que es encontrar el equilibrio entre el ataque y la defensa. Cuando te tapas los pies se te queda el pecho al descubierto y viceversa. Los datos dicen que la manta burgalesista no es lo suficientemente larga como para mantener caliente el cuerpo al completo.
El Burgos CF ha cerrado el camino hacia la portería de Caro, algo que hace algunas jornadas parecía complicado y es que todos los rivales encontraban la forma de marcar. Durante siete jornadas consecutivas el equipo burgalés no logró dejar su portería a cero hasta que llegó el partido contra el Andorra.
A partir de este choque la escuadra de Bolo ha echado el cerrojo a su puerta, aunque su potencial ofensivo también ha descendido. Por primera vez en la competición liguera se ha quedado sin marcar en casa -en los anteriores encuentros como local siempre había marcado- y ha conseguido una diana en los tres últimos partidos de la Liga Hypermotion.
Lo sucedido puede ser una casualidad, aunque en las dos últimas salidas del Burgos, Ferrol y Amorebieta, el conjunto blanquinegro ha jugado con línea de cinco en defensa, mientras que en el choque contra el Andorra el equipo local alternó la retaguardia de cuatro y la de cinco durante el choque.
Las precauciones defensivas del Burgos han aumentado en los últimos encuentros y su portería lo agradece, aunque su balance ofensivo ha disminuido, lo que confirma la tan extendida teoría de la manta.