De las 67 plazas de formación como Médico Interno Residente (MIR) que ofertó Burgos en la última convocatoria, 21 quedaron vacantes en el proceso de elección porque nadie las escogió (todas en Atención Primaria) y, ahora, transcurrido un mes desde el comienzo de la especialización, se han producido seis renuncias: cinco en centros de salud y la sexta en el HUBU, en Medicina Intensiva (UCI). A esto hay que añadir que en el hospital todavía están pendientes de la incorporación de dos residentes con origen en países extracomunitarios, porque aún no han conseguido regularizar su situación en España.
Fuentes no oficiales explicaron que «en los últimos años» es habitual que se produzcan renuncias entre los jóvenes MIR, que prueban lo que han elegido y, si constatan que no es lo esperado, prefieren dejarlo y volver a presentarse para optar a otra especialidad. El año pasado, por ejemplo, en el HUBU también hubo un desestimiento (en Psiquiatría) y ahora se ha confirmado la de uno de los dos residentes de Medicina Intensiva (UCI), que ni siquiera llegó a incorporarse al puesto.
En el hospital consideran que esta circunstancia entra dentro de lo normal, porque puede ser que un facultativo recién graduado o licenciado no tenga claro en qué se quiere especializar. Es decir, que no es del todo extraordinario que alguien repita el examen MIR una o incluso más veces. Y, de hecho, destacan que los otros 45 galenos que optaron por especializarse en el complejo asistencial de la capital (tres de ellos con puntuaciones muy buenas, por debajo de 500) se han incorporado o, al menos, han manifestado su intención de hacerlo. Así consta en el caso de los dos facultativos que han solicitado una nueva prórroga -por ahora, hasta agosto- para intentar zanjar los trámites administrativos que les permitan obtener un permiso de residencia y trabajo en España sin perder sus derechos; es decir, sin perder ni la puntuación en el examen MIR, que se celebró en enero, ni la plaza de especialización adjudicada en abril.
Otra cosa es lo sucedido en Atención Primaria, donde los cinco residentes que han cesado sí se incorporaron a sus puestos. Al menos, así lo aseguraron fuentes oficiales de la Gerencia Regional de Salud (Sacyl) en Burgos: señalaron que los 20 médicos que habían optado por la Medicina Familiar y Comunitaria acudieron a sus puestos en el plazo establecido (el 7 de mayo). De estos, 17 tenían plaza en centros de salud de la capital y otros tres, en Aranda. Pero pasado algo más de un mes del comienzo de la formación especializada, cinco se han marchado, aunque no ha trascendido a qué centro de salud estaban vinculados.
Así, en la provincia han quedado vacantes en esta convocatoria 26 de los 41 plazas para especializar a médicos de familia. Y este es un problema para Burgos, que tiene más dificultades que otras provincias para atraer personal, pero también para la Comunidad en su conjunto, donde, desde luego, no sobran médicos de familia.
Esta circunstancia, no obstante, no es exclusiva de Burgos. La especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria ha perdido atractivo entre los médicos jóvenes, que prefieren prepararse para ejercer en hospitales. Y, cada vez más, en especialidades que no requieren de guardias y que tienen muchas salidas en la sanidad privada. Es el caso de Dermatología. En toda la Comunidad quedaron vacantes 47 plazas de Primaria.