Ya están a la vuelta de la esquina las fiestas navideñas, la época del año en la que la fiebre consumista se desata y una marea humana invade las calles más comerciales de Burgos. La capital se convierte en el escenario ideal para delincuentes, descuideros y carteristas, que en las grandes aglomeraciones de personas hallan el caldo de cultivo propicio para asestar sus golpes. Es verdad que la mayoría de los robos que protagonizan no dejan de ser pequeños hurtos, pero sumados hacen un buen roto al sector del comercio. De ahí que la Comisaría de Burgos esté diseñando ya un dispositivo que en esta Navidad prevé reforzar la vigilancia de Gamonal y la zona sur, los barrios más castigados últimamente por los amantes de lo ajeno. La Policía Nacional tampoco descuidará, obviamente, el control del centro, que es donde se concentra la mayoría de las tiendas de la capital.
Burgos ya no es esa ciudad en la que hace unos lustros hacían parada grupos organizados de carteristas, procedentes de Madrid, que se repartían por el centro para hacer el agosto en pleno invierno. En estos momentos la mayoría de los ladrones que actúan en la ciudad son delincuentes locales especializados en la sustracción de productos de cosmética, botellas de alcohol, etc, unos efectos que tienen fácil salida en el mercado negro. Para detectar su presencia con rapidez y de manera discreta, la Policía Nacional destinará a los puntos calientes a funcionarios de paisano, con el fin de dar el aviso a patrullas uniformadas, encargadas después de darles el alto y detenerlos.
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