Abre el centro de reproducción de Recoletas con 40 pacientes

G.G.U. / Burgos
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La clínica Vida de Burgos es la quinta del grupo en España y ofrece la posibilidad de completar los tratamientos sin salir de la capital. Comienza con un equipo de 10 personas

Parte del equipo en el quirófano propio de Vida, que se dedicará a técnicas de reproducción asistida como la transferencia de embriones. - Foto: Alberto Rodrigo

El grupo Recoletas dará esta semana que viene otro paso en su plan de expansión en Burgos, provincia en la que prevé invertir 25 millones en cinco años, con la apertura de un centro de reproducción asistida: la Clínica Vida. Ubicada en el nuevo edificio de Virgen del Manzano, comienza su andadura con casi 40 pacientes, según fuentes oficiales. Recoletas ya cuenta con medicina reproductiva en Valladolid, Sevilla, Murcia, Zaragoza y, desde el día 10, en Burgos. «Ofertamos todos los tratamientos de reproducción asistida al más alto nivel y la mujer no tiene que salir de la ciudad para completarlo», explica el director de la red Vida en España, el ginecólogo Luis Rodríguez-Tabernero, junto a su homólogo en Burgos, Abelardo de la Cruz, y otro de los ginecólogos que forma parte del equipo, Wen Rodríguez.

La clínica, que conlleva la ampliación de la cartera de servicios de Recoletas en la provincia, ofrece inseminaciones artificiales, fecundaciones 'in vitro', transferencia de embriones fecundados, capacidad para congelar tanto óvulos como muestras de semen, banco de embriones... Para ello, cuenta con unos 800 metros cuadrados, una planta del inmueble de Virgen del Manzano, y los especialistas explican que a las consultas se añade un laboratorio completo para el tratamiento de óvulos, esperma o embriones ya fecundados, así como un quirófano dedicado a terapias reproductivas. Esto es, para punciones, la transferencia de embriones y otras técnicas para examinar el útero, con fines diagnósticos o quirúrgicos, como la histeroscopia (el equivalente ginecológico a la colonoscopia). «Todo está dotado con tecnología del más alto nivel», señalan, destacando que la máxima del centro es doble: personalización y, sobre todo, garantizar «seguridad a mujeres y niños».

De ahí que haya ciertas limitaciones al uso de la medicina reproductiva, como explica Rodríguez-Tabernero al aclarar que la edad mínima legal para un tratamiento está en los 18 años -salvo excepciones por cáncer o alguna patología similar - y la máxima, Vida la ha fijado en 50 años. «No hay limitación legal, pero es lo que hemos consensuado porque buscamos seguridad y, aunque puede haber excepciones, a partir de los 50 años hay más riesgos. Tampoco consideramos que sea la mejor edad para tener un hijo», puntualiza.

Y en cuanto a los varones, aunque la biología no impone límites, los tres especialistas destacan que la pérdida de calidad del semen, constatada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se agrava a medida que se cumplen años. «La pérdida de calidad es algo que percibimos en las clínicas y en los manuales de la OMS, que cada vez da como normal menos calidad seminal», dice Rodríguez-Tabernero, matizando que se sabe que en esta cuestión influyen el estilo de vida y la contaminación, «pero no son las únicas razones». No obstante, destacan, y de ahí la inversión en Burgos, que hay maneras de paliarlo y lograr gestación incluso «en eyaculados sin espermatozoides».

No embarazos múltiples. La edad media de las pacientes de la red Vida es, según información oficial, de 38 años, aunque con ciertas variaciones entre el Sur, más jóvenes, y Burgos y Zaragoza, de edad más avanzada.

La maternidad cuando ya se tiene consideración de mujer 'añosa', conllevaba que en muchas de las ocasiones en las que se recurría a la reproducción asistida la propia paciente demandaba la implantación de más de un embrión y, en general, se solía actuar así porque las tasas de éxito eran bajas, «de un 25%». Los especialistas destacan que eso ha cambiado, «hará más de tres años que yo no pongo más de un embrión», dice Rodríguez-Tabernero, y que solo con uno la tasa de embarazo es más alta, entre un 37% y un 66%, en función de si se analizan cromosómicamente los embriones o no. Y la de nacido vivo, de un 65%.

El precio de los tratamientos varía, en función del caso, pero oscilan entre 500 o 600 euros por una inseminación o un «coito dirigido» hasta los 8.500 euros, por un ciclo con donación de óvulos y análisis cromosómico de los embriones.