45 años de misterio

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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Felipe Sánchez, testigo del presunto avistamiento registrado en Quintanaortuño en 1975, evoca hoy aquel episodio, que fue investigado y clasificado como confidencial por el Ejército

Felipe Sánchez muestra uno de los reportajes que la prensa española hizo del asunto y que conserva como oro en paño. - Foto: Ángel Ayala

"Algo así no se olvida. No puede olvidarse. Yo sé lo que vi. Y aquello, fuera lo que fuera, no era normal". Felipe Sánchez, 67 años, no necesita hacer ningún esfuerzo ni estrujarse la memoria para regresar a aquella madrugada de 1975, tan lejana en el calendario, pero tan presente en su vida, pese a que han transcurrido 45 años, nada menos. Pero la experiencia de la que fue testigo y partícipe sigue siendo hoy uno de los grandes misterios relacionados con esa siempre sensible materia de los fenómenos extraños, cuentos chinos para algunos, revelaciones para otros. Sea como fuere, el caso acaecido en Burgos en 1975 no fue tomado como una broma de iluminados por el Ejército, que mantuvo oculto el expediente de investigación de aquel caso hasta hace unos pocos años, en los que lo desclasificó.

Los testigos son cuatro soldados trasladándose en coche a su destino, Burgos, en la incorporación de un permiso. El conductor observa una luz intensa, de color blanco amarillento y de un tamaño de dos a tres metros de altura y anchura, que caía hacia el suelo (kilómetro 14 de la carretera Burgos-Santander); detiene el coche llamando la atención de sus compañeros; al bajarse del vehículo observan la luz parada en el suelo o muy próximo a él. Emprenden la marcha nuevamente y un kilómetro más tarde vuelven a apearse, observando en la misma dirección tres o cuatro luces mucho menos intensas, pero paradas también a la misma altura. En ningún momento apreciaron objeto alguno sino solamente resplandor. Esto es lo que puede leerse en el comienzo del informe confidencial redactado en los días siguientes al hecho.

Vayamos al origen. Madrugada del 1 de enero de 1975. Temperatura gélida. Noche oscura como boca de lobo. Sólo el cielo empedrado de astros. Un Mini Morris 850 de color blanco sube el puerto del Escudo procedente de Torrelavega con cuatro jóvenes a bordo. Son Manuel Agüera, Felipe Sánchez, Ricardo Iglesias y José Laso. Su destino es la Academia de Ingenieros de Burgos, donde están prestando el Servicio Militar Obligatorio. A la altura de Quintanortuño algo les llama la atención. Así se lo explica a este periódico Felipe Sánchez: "Nada más subir el puerto nos pareció ver cómo una estrella brillaba más y más cerca que otras. Lo comentamos, pero nada más. Fue al llegar a Quintanaortuño cuando aquella luz tan rara nos hizo pararnos. Estaba muy cerca, sobre una finca. Eran cuatro luces que se posaban en la tierra, una primero, luego otra, y otra... Daba una luz muy fuerte, una luz blanca, muy potente, que casi no se podía ver. No cegaba pero deslumbraba. Nos quedamos paralizados, como acojonados, porque no sabíamos lo que era. Lo único que se podía ver es que tenían esas luces como forma de cono, eso sí".

Página de El Caso haciéndose eco del hecho y doble página de Actualidad Española firmada por Pedro J. Ramírez. /Página de El Caso haciéndose eco del hecho y doble página de Actualidad Española firmada por Pedro J. Ramírez. / - Foto: DB+

Se bloquearon. Se asustaron. Emprendieron camino, pero la curiosidad fue más fuerte y volvieron a detenerse. Se bajaron todos. Pero fue Felipe Sánchez el que se mostró más audaz, el que hizo algo más que ademán de acercarse. Comenzó a dar pasos en dirección a la luz. Así lo cuenta: "Anduve, qué decir, unos treinta o cuarenta metros, no sabría decir. Pero mis compañeros empezaron a decirme que no siguiera, que me detuviera, que podía ser peligroso. La cosa es que se me metió un poco el miedo en el cuerpo. Y la verdad es que nos teníamos que ir para retreta. Y nos fuimos a Burgos, comentando lo que habíamos visto. Quedamos en no decir nada porque temíamos que fueran a tratarnos de locos, pero ese mismo día un compañero nos debió oír y se lo dijo a un comandante. Aún me recuerdo del nombre: Francisco Llorente Toba".

La investigación. Así fue como el mando de la Academia de Ingenieros abrió la investigación, que se llevó a cabo junto con el Ejército del Aire. Entrevistaron a los cuatro por separado, e incluso fueron sometidos al detector de mentiras. Lo confirma el expediente desclasificado, que recoge el interrogatorio al que sometieron a los cuatro soldados "en Villafría, en un lugar que debía pertenecer a Aviación", evoca Sánchez. "Nos hicieron el interrogatorio en cabinas separadas con el detector de mentiras. Coincidimos en todo. Se demostró que no mentimos en nada". Este es un extracto de ese punto de la investigación: (...) Las declaraciones (son) prácticamente iguales, sin discernir exactamente la figura ni la forma, ni las dimensiones exactas ni a la altura a que dicen se encontraban detenidas las luces a que se han referido en sus manifestaciones.

El caso del presunto avistamiento trascendió los límites castrenses y aun los geográficos de la ciudad y la provincia. Diario de Burgos se hizo eco del asunto, pero también publicaciones nacionales, como El Caso o Actualidad Española; este último medio de comunicación envió al lugar de los hechos a su reportero estrella, un muchacho ambicioso llamado Pedro J. Ramírez. "A los días vinieron muchos periodistas a entrevistarnos", recuerda Sánchez. "Y nos consta, y así salió en las revistas, que varios militares de graduación estuvieron en el lugar en el que vimos aquella extraña luz. La primera vez les acompañamos nosotros, para decirles dónde estaba el sitio exacto. Y lo que pudo verse allí es que había unos treinta metros de finca toda quemada. Hablaron con los agricultores de la zona y estos les dijeron que allí no se había quemado ningún rastrojo en meses. Allí pasó algo. Un año después, allí no había crecido nada, ni la hierba. ¿Qué fue lo que vimos? Nunca lo sabremos, pero yo creo que en el Ejército fueron conscientes de que allí había pasado algo raro. Si no, ¿por qué mantuvieron tantos años en secreto el expediente? Y digo más: solo se conoce una parte. Ese asunto sigue clasificado", apostilla Sánchez.

Sea como fuere, el Estado Mayor Central no se lo tomó a broma. Baste como ejemplo este extracto de una nota, encabezada como 'confidencial', que firma el teniente coronel comandante militar aéreo y en el que se habla claramente de OVNI: (...) una vez descendidos del coche vieron cómo se apagaban las luces de este primer vehículo y se encendían de forma sucesiva hasta cuatro estando encendidas las cuatro aproximadamente dos minutos, estas luces potentísimas que irradiaban hacia el suelo estaban distanciadas entre sí unos metros, no sabiendo decir si de este primer OVNI salieron los otros tres o fueron descendiendo cada uno de ellos de una forma simultánea y rapidísimamente pues sólo vieron el descenso en forma parabólica del primero.

Han pasado 45 años. Más de media vida. "Yo no lo he podido olvidar. Lo recuerdo muchas veces todavía hoy. Lo tengo siempre en mente. No lo quito de la cabeza. Y me queda una pena dentro: haberme acercado más, intentar saber qué fue aquello que vimos. No haber sido más valiente, sino simplemente intentar saber qué era, qué era aquello. Eso me ha quedado dentro. De eso me lamento hoy en día. No olvidaré lo que vi mientras viva. Y siempre diré lo que vi, me crean o no", concluye.