Una infinidad de pintadas inundan la mayoría de las calles de Aranda de Duero, desde Santa Catalina, hasta El Ferial-Bañuelos, pasando por el centro, Allendeduero o La Estación. Ningún barrio se libra de la acción de los grafiteros, que aprovechan casi cualquier espacio para plasmar sus firmas, ya sea en fachadas de edificios residenciales, en portales, buzones, bancos, papeleras o en las señales de tráfico. Incluso han vandalizado algunos de los monumentos más emblemáticos de la capital ribereña, como la iglesia de San Juan o la ermita de la Virgen de las Viñas (dos veces en los últimos meses), y también la de San Pedro. Ante este panorama, el alcalde arandino, Antonio Linaje, avanza que se encuentran elaborando un plan para combatir la plaga de pintadas, que quieren poner en marcha «cuanto antes» y que se basará en dos ejes: prevención y actuación.
«Se trata de que los jóvenes se puedan expresar en espacios públicos habilitados» y, al mismo tiempo, «habrá un incremento de las medidas coercitivas, de forma que quienes pinten en lugares no habilitados se enfrentarán a sanciones más duras». En la ordenanza municipal que está en vigor en este momento, las inscripciones y pintadas en paredes, muros, columnas, kioscos, cabinas, fachadas, farolas, verjas, papeleras, contenedores o mobiliario urbano se consideran como una infracción grave, que conlleva multas desde 750 hasta 1.500 euros. Mientras, grafitear edificios histórico-artísticos y de interés local está catalogado como una infracción muy grave y, en este caso, las sanciones oscilan entre 1.500 y 3.000 euros.
Pues bien, a la espera de concretar las posibles nuevas cuantías, Linaje detalla que barajan distintas opciones, «no sólo económicas». Por ahora, desde el equipo de gobierno se encuentran «analizando los espacios con los propios grafiteros». De hecho, estos ya habrían hecho su propuesta y el objetivo, según apunta el alcalde de la capital ribereña, pasa por «llegar a un consenso». Ahora toca que los servicios jurídicos municipales analicen si resulta posible ceder los lugares que se han planteado, «tanto que sea conveniente como viable jurídicamente».
La elaboración de este plan de embellecimiento de Aranda llega en un momento en el que, aunque se ha aumentado de manera considerable el dinero que se destina a la limpieza de las pintadas año tras año, «la ciudad sigue estando sucia», como admite Linaje. Si en 2021 el Consistorio destinó 36.000 euros de las arcas municipales para eliminar los grafitis, en 2022 esta cifra subió a 75.000 euros y en 2023 registró otro crecimiento hasta los 90.000 euros (incluyendo personal, un furgón hidrolimpiador y material, sobre todo, decapantes y pintura). Es decir, un aumento de un 150% en apenas dos años.
Y, aun así, las pintadas no dejan de 'brotar' prácticamente en cualquier rincón de Aranda. En paralelo, el Ayuntamiento ofrece un servicio gratuito de limpieza de fachadas, que en este momento acumula una «lista de espera importante», como reconoce el regidor. Pese a ello, recomienda a todas las comunidades de vecinos afectadas que sigan comunicando las incidencias porque «preferimos tenerlas todas registradas». En cualquier caso, Linaje asegura que intentarán que este tiempo de espera «baje».
Demanda de hace años. Este nuevo plan, que «está avanzado», llega después de años de quejas y peticiones por parte de las distintas asociaciones de vecinos. La presidenta de la zona centro, Lali Saugar, admite que ahora lo que más les preocupa es el vandalismo y las pintadas. «Habrá que tomar medidas y tratarlo a nivel de toda la ciudad», expone. En esta línea, Antonio Adeliño, de Santa Catalina, remarca que el problema «no es que lo limpien, sino todas las veces que manchan» una misma calle.