Cleo tiene 7 años. Se trata de su primer Sonorama Ribera. No hablamos de una niña festivalera, sino de uno de los perros que conforman la Unidad Especializada de Guías Caninos de la Policía Nacional. En este caso, su campo es la detección de explosivos. Elena López es la encargada de la unidad. Ella lleva 12 años en la especialidad. «Ha sido llegar y estaba como loca por querer bajarse del furgón para inspeccionar, pero ha tocado el cemento al sol y le han durado poco las ganas», cuenta López. «Y normal, porque el suelo quema y eso les fatiga mucho y, además, merma su rendimiento», aclara.
Festivales, partidos de fútbol, manifestaciones multitudinarias, visitas de autoridades y muchos eventos en los que se prevé una aglomeración resultan algunos de los actos a los que acude la unidad de explosivos previamente. Al peinado de la zona, ellos lo llaman requisas: «Existen requisas generales e intensivas. En las intensivas el rato en el que el perro es productivo ronda los 30-40 minutos, luego decae enormemente su eficacia», explica la policía.
Cada día de festival en la capital ribereña realizan una batida diaria que dura varias horas. Empiezan a las cinco de la tarde, bajo el sol de justicia castellano que caracteriza esta edición, y están hasta poco antes que se permite entrar al público, a las 18.30 horas. «Cuando abren puertas, nos quedamos un rato esperando, pero si vemos que no hay nada sospechoso, nos vamos a descansar», confirma López.
«Con este calor, el cansancio llega antes y hace que el tiempo de trabajo efectivo sea todavía menor, por lo que hacemos bastantes descansos», matiza López. Vienen de Valladolid porque la Comisaría de Aranda les solicitó refuerzos, matiza López. El compañero de Cloe se llama Ruso y sólo tiene 2 años. No llevan una dieta en especial y su adiestramiento se denomina en positivo, es decir, ellos asocian buscar el explosivo a jugar con la pelota: «Cuando encuentran el explosivo, se la lanzamos», indica. «Así que ellos buscan la bomba porque quieren jugar y es la mejor forma de hacerlo para ellos», relata López.
Sin embargo, no podemos olvidar la propia problemática del artefacto que buscan, que es altamente peligroso, por lo que no pueden acercarse demasiado ni tocarlo. «No es como la droga, que no pasa nada si rasgan un paquete o lo huelen de muy cerca», precisa la policía. «En este caso, ellos cuando huelen algo sospechoso, se tumban o sientan». Así indican que han cumplido con su labor.
El temperamento de estos perros, avanza López, no puede ser demasiado rápido o agresivo, precisamente por «el riesgo que entraña esa velocidad si hay una bomba de por medio», recuerda López.