Este mismo año agentes de la Comisaría de Burgos se han tenido que enfrentar a dos hombres pertrechados con armas de fuego -después se supo que una de ellas era de fogueo-, lo que revela que, aunque son muy aisladas, estas situaciones pueden darse hasta en la ciudad más tranquila. Ambos individuos murieron abatidos y ninguno de los policías -y guardias civiles- que intervinieron en estos sucesos -la gasolinera de Villagonzalo y en el barrio del G-3- ni ningún ciudadano sufrieron rasguño alguno.
Pero para que estas intervenciones se salden con éxito resulta imprescindible un buen entrenamiento, adaptado a los nuevos tiempos. La diana con la silueta negra pegada al fondo de la galería de tiro nada tiene que ver con una situación real a la que pueden enfrentarse los funcionarios policiales en su jornada laboral. Se trata de un blanco fijo al que disparaban para probar su pericia con la pistola HK o el subfusil C7 Scorpion, pero pocas veces los agentes se encontrarán con un individuo que permanezca quieto o con una escena en la que haya un solo malo, sin civiles alrededor que puedan resultar heridos.
De ahí que el oficial Blesa, responsable de las prácticas de tiro en la Policía Nacional, decidiera moverse a fin de conseguir para Burgos la implantación de un sistema de galería virtual que solo está presente en 26 comisarías de España y cuyo coste asciende a cerca de 100.000 euros. Pero ha merecido la pena. Lleva una semana funcionando y los agentes que han practicado en ella reconocen que los ejercicios con armas de fuego han pasado a una dimensión 5.0, propia del siglo XXI.
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