La destacada situación de la planta de GSK en Aranda dentro del entramado de la multinacional británica la coloca en el centro de los planes de desarrollo de la compañía a medio y largo plazo. Un lugar destacado que se traduce en una apuesta por el avance de los procesos que se realizan en estas instalaciones, ubicada en el polígono industrial Allendeduero desde hace más de 45 años, que se traduce en importantes cifras económica. «En los planes de negocio que tenemos a diez años ya tenemos una visibilidad de que hay una apuesta clara de la compañía por la planta de Aranda, con una inversión de más de 20 millones de euros cada año, y creciendo», cuantifica esta proyección de futuro la nueva directora de la planta, Carolina Sánchez-Céspedes.
El destino de estas inversiones, aunque todavía no está muy definido, será principalmente «la formación de las personas y la implantación de nueva tecnología», destaca Sánchez-Céspedes. «Vamos a entrar ahora en una apuesta muy potente por más tecnología en una iniciativa corporativa para enfocarnos en la inteligencia colectiva humana, dejar que las máquinas y la tecnología nos ayuden otros aspecto», especifica la directora de GSK Aranda.
Unas cifras que tendrán también una consecuencia directa en la plantilla de la factoría que «se va a mantener o va a necesitar incrementarse». «Hay previsión de que detrás de estas inversiones y de alguno de los nuevos productos, haya incremento de plantilla», adelanta Sánchez-Céspedes, poniendo el acento en que «hay una clara necesidad de seguir atrayendo talento en otras formaciones que no han sido tradicionales en nuestro terreno, como matemáticos, estadísticos, gente que nos ayude a utilizar esa tecnología de una forma más eficiente».
Detrás de esta inversión sostenida está la incorporación en la cartera de procesos de dos nuevos productos, sin que la directora de GSK Aranda desvele más detalles por política de empresa. «Ya estamos trabajando con uno, que creo que puede ayudar a un montón de pacientes, así que estamos muy contentos y es un reto de innovación», valora estos avances en las instalaciones de la capital ribereña Carolina Sánchez-Céspedes.
El último medicamento que se ha incluido en los procesos que se desarrollan en la planta de GSK Aranda es uno contra el cáncer de ovario y útero. «Es un producto muy complejo de fabricar, hemos implantado tecnologías que no tienen en otras plantas, ya no solamente de GSK sino en general, y ya estamos fabricándolo para mercados europeos y estamos esperando que, de un momento a otro, pueda venir la autoridad americana, la FDA, a inspeccionar y empezar a suministrar al mercado americano», explica la directora de la planta en qué punto se encuentra la última referencia que han comenzado a producir y comercializar desde las instalaciones arandinas de la multinacional farmacéutica.