A Fernando Ballesteros, de Teatro Atópico, la Gerencia Municipal de Cultura del Ayuntamiento le debe 5.325 euros de unas ayudas a la creación aprobadas en 2021. «No disponer de ese dinero me dificulta encarar nuevas producciones. Porque en nuestro gremio hay que reinvertir en los espectáculos y esto es una cadena: si no tengo espectáculo nuevo no entro en determinados circuitos porque la oferta no varía, y si no entro en redes mayores ni crezco ni puedo crear espectáculos nuevos. Es un efecto dominó que me persigue desde hace cuatro años», resume.
Atópico es una de las diecinueve empresas de artes escénicas afectadas por la falta de celeridad y problemas para desatascar la gestión en el Ayuntamiento. Una veintena no ha cobrado unas ayudas a la creación que convoca la propia Gerencia -como les hemos venido contando en otras ocasiones-, pero otras muchas se han quedado sin la posibilidad de acogerse a esa línea de subvenciones en los ejercicios siguientes: 2022, 2023 y 2024. Porque mientras no se resuelva el pago no se pueden convocar ayudas nuevas. De hecho, en el presupuesto de 2024 que presentó en su momento la concejala de Cultura de Vox, Marta Alegría, se indicaba una partida de 120.000 euros destinada a la creación, pero ni se ha convocado ni se espera.
«Después de no tener noticias durante meses, el 6 de febrero me solicitaron desde el Ayuntamiento cierta documentación para poderme ingresar el 70% de las ayudas: un certificado de la seguridad social, declaraciones responsables y este tipo de papeleo. Y hasta ahora», repasa Ballesteros.
Desde la Asociación de Empresarios de Artes Escénicas Artesa y la Asociación de Artes Escénicas La Parrala, a la que pertenecen buena parte de las compañías, se han dirigido en numerosas ocasiones al Ayuntamiento y siempre les responden que «en breve» se va a resolver: «La última vez fue el día antes de la Noche Blanca, a finales de mayo. Y los papeles que nos pidieron en febrero que presentáramos en diez días tienen una vigencia de seis meses, por lo que se van a caducar y habrá que empezar de nuevo», se lamentan desde La Parrala. «No hay voluntad», insisten.
Aunque el tema no sorprenda por lo reiterado de la situación, hablamos de empresas y trabajadores que forman parte de la industria cultural, esa misma a la que se le pide que colabore para conseguir que Burgos sea Capital Europea de la Cultura en 2031.