¿Se imaginan que para beber agua no bastara con abrir el grifo y llenar el vaso? ¿Se imaginan que una acción tan simple como echar un trago conllevase una ardua preparación que se prolonga durante varios minutos, en ocasiones más de 10?
Ese es el reto al que se enfrentan a diario todas las personas que sufren disfagia, un trastorno digestivo que dificulta la forma y el movimiento del bolo alimentario desde la boca al esófago, es decir, dificulta -o directamente imposibilita- la acción de tragar. Como consecuencia de este problema, los alimentos que se ingieren pueden acabar en la vía respiratoria con fatales consecuencias.
Los ciudadanos que lo sufren terminan aborreciendo el hecho de alimentarse, perdiendo la práctica totalidad del placer que se experimenta a la hora de comer. Y esto puede derivar en complicaciones como la malnutrición o la deshidratación. Para tratar de revertir esta situación, Campofrío ha impartido un taller de humanismo gastronómico en la sede de la Asociación para la Atención de las personas Afectadas de Parálisis Cerebral y Afines (Apace) de Burgos. «La hora de comer tiene que ser amena y divertida y, lo más importante, no hay que renunciar a nada en la mesa», explicó el chef ejecutivo de Campofrío, Danny Hawthorn.
Bajo la atenta mirada de decenas de familiares de burgaleses que padecen disfagia, ofreció una serie de trucos para que el momento de alimentarse no sea nunca más un suplicio. «Es muy importante el entorno donde comen. Tiene que ser un sitio amable y tranquilo», indicó.
Hawthorn les dio a conocer la gama de productos que la multinacional de origen burgalés ha diseñado para todas las personas que sufren este problema, así como numerosos consejos para que los afectados no vean en el momento de la comida o cena una simple rutina que les amargue el día o la noche. «Hay que saber combinar los diferentes gelificantes», advirtió el chef.
De este modo, y aunque la mayoría de asistentes ya conocía elementos como la goma vegetal, el agar-agar o la goma xanthan, Danny Hawthorn les sugirió distintas formas de emplearlos para lograr texturas de todo tipo. Es más, apuntó que si se combinan dos productos como el aceite de oliva o el pimentón se puede imprimir un toque muy distinto a un plato que, sin ellos, sería mucho más simple.
«El aceite no interfiere en la textura», indicó, al tiempo que insistió que la combinación con agua no es una opción. Del mismo modo, apostó por los aromas para potenciar el gusto entre las personas que sufren disfagia. «Se empieza a comer por la nariz», apuntó.
El equipo de logopedas que trabaja en Apace Burgos, formado por Laura Ortega y Beatriz Hernández, reconoció que talleres como el que se ha impartido permite dar a conocer la disfagia y evitar estigmas. «Son personas que no tienen la oportunidad de saborear y vivir el placer de comer como el resto de la sociedad», recalcaron ambas empleadas.