«¿Qué gigantes?», dijo Sancho

R.P.B. / Burgos
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El punto más alto de San Isidro acogió un molino de viento. Y así, con ese nombre, aún se denomina esa zona de San Pedro ySan Felices

Tras el busto de Zatorre, el molino de 1561 (ya sin aspas) que hubo en Camino de Santa Cruz. - Foto: AMBU

Muchos burgaleses se habrán sentido tan extrañados como Sancho Panza en aquel capítulo deslumbrante de ElQuijote en el que el alocado caballero libró una batalla insólita: En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: 'La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra'. ¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.

Pues sí: en Burgos hubo molinos de viento. Pocos, pero los hubo. Uno de los más conocidos, del que hay profusa documentación en los archivos locales, es el que se ubicó en el cerro de San Isidro de la capital, donde ahora hay un parque con toboganes y no ha tanto tiempo cabrioleaban las motos. Recordaba el gran periodista Felipe Fuentes Macho, Fuyma, en la extinta Hoja del Lunes que este molino, en el último cuarto del siglo XVIII, fue sometido a mejoras que fueron supervisadas por el afamado arquitecto Fernando González de Lara y que estaba arrendado a un hombre llamado José Sedano, quien había puesto en conocimiento del Consistorio las deficientes condiciones en las que se encontraba el inmueble.El arquitecto es claro en su diagnóstico del ingenio: «Se necesitan poner varias piezas de él en distinta forma, con mejor orden y más robustez que la que tienen (...) Falta el gobierno de dicho molino, que era una madera de olmo de un pie de diámetro y cuarenta y cinco pies de largo, la cual asegurada por el un extremo en el remate del Capirote, bajaba el otro hasta tocar casi en el suelo, apartado como doce o catorce pies del cubo de piedra, con cuyo desvío se hacía una palanca de gran poder para facilitar el movimiento de toda la máquina poniéndola con brevedad a cualesquiera viento...».

En el arreglo de este inmueble se invirtieron 3.600 reales de vellón, según consta en la documentación del Archivo Municipal de Burgos con fecha de 1784. Desaparecido décadas más tarde, en la zona desde entonces conocida como Molino de viento se libraron juegos y más de una batalla a pedrada limpia entre los chavales del barrio. Antes, en la Guerra de Independencia, este alcor se convirtió en patíbulo: fueron muchos, al parecer, los guerrilleros que fueron ejecutados allí durante la ocupación napoleónica. No queda nada de lo que fue el molino. Como si lo hubiese arrastro el viento.

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