Apenas se recogieron en la última campaña unas 840.000 toneladas de cereal en la provincia burgalesa por culpa de la gran sequía y por ello pasará a la historia como una de las peores que recuerdan los agricultores. Ahora el color del campo ha cambiado por completo y el sector puede volver a esbozar una sonrisa ante unas primeras previsiones que hablan de que se puede llegar a duplicar lo recogido el año pasado. La cosecha puede rondar los 1,3 millones de toneladas, aunque todavía queda por delante un mes decisivo y si el tiempo acompaña va a aumentar bastante esa cantidad.
Aún parece demasiado pronto para arriesgarse a dar cifras de la cantidad final que se conseguirá este año y pocos se atreven a 'jugar' con los datos de rendimientos, ya que si junio llega con agua y con temperaturas suaves -que no superen los 25 grados- puede hacer que las previsiones se disparen. De la misma forma, hace falta que no caiga ninguna tormenta de granizo que destroce lo que ya hay.
El año pasado a mediados de mayo las previsiones resultaban más fáciles al ver que se iba a recoger muy poco y se apuntaba a unas 650.000 toneladas, aunque el agua de junio consiguió sumar entonces otras 200.000. Se calificó de una cosecha «nefasta», pero ahora parece que el dato puede llegar a situarse en la media de la última década.
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