Hay gestos que, por pequeños que puedan parecer, sirven para que todo ciudadano llegue a reconciliarse con la humanidad. Uno de ellos se ha producido estos días en Aranda de Duero. El martes, Isabel perdió su cartera. No sabe dónde. Sí que llevaba cerca de 400 euros y lotería. A eso de las cinco de la tarde fue hasta la farmacia del Ferial Bañuelos y, como llovía tanto, decidió dejar el bolso en el coche y coger únicamente el monedero. Al salir, no recuerda si se lo metió en el abrigo o qué hizo. El caso es que unas horas más tarde, cuando llevó a su hija a entrenar al complejo deportivo Juan Carlos Higuero, se dio cuenta de que había perdido la cartera.
Miró y requetemiró entre los coches. También llamó a la farmacia. Allí, incluso, sus responsables visualizaron las imágenes de las cámaras. Pero nada. Al llegar a casa, se puso a buscar junto con su hija por toda la zona. Ni rastro. Así que Isabel dio por perdida su cartera. «Menudo follón, más que nada por la documentación», tanto la suya como la de su hija. En ese momento dio de baja las tarjetas bancarias. Llamó a la Policía Local y le indicaron que convenía dar un margen de 48 horas porque en algunos casos hay quienes encuentran algún objeto y deciden enviarlo a la sede policial a través de Correos.
(Más información, en la edición impresa de este viernes de Diario de Burgos o aquí)