El baloncesto brasileño no se entendería sin el Flamengo. El equipo de Río de Janeiro es uno de los grandes del país sudamericano desde hace más de un siglo. Su palmarés es uno de los más extensos de Brasil y no solo se limita a la competición doméstica, sino que también sabe lo que es triunfo a nivel internacional. Ha levantado varios títulos en Sudamérica, aunque su mayor éxito llegó en 2014, cuando conquistó la Copa Intercontinental ante el Maccabi de Tel-Aviv. Toda una hazaña ante un rival de Euroliga que fue posible gracias a jóvenes talentos como Nico Laprovittola, hoy jugador del Barcelona, o Vítor Benite, capitán del Hereda San Pablo.
La gesta del Flamengo se produjo en HSBC Arena de Río de Janeiro ante más de 14.000 espectadores y supuso uno de las mayores gestas en la historia del club. «Fue una sensación épica haber logrado un imposible», comentaba Benite recordando esa final.
Aquello fue un aviso para que los clubes europeos, en principio favoritos, no se confíen. Lo volvió a intentar el Flamengo en 2019 ante el AEK de Atenas, pero esa vez la escuadra griega fue superior y se llevó el trofeo. Tres años después, el conjunto carioca vuelve a la carga tras proclamarse campeón de la Basketball Champions League de Las Américas. Esta tarde ha superado en las semifinales 94-71 al Lakeland Magic, filial de los Orlando Magic de la NBA, y este domingo se cruzará en el camino del Hereda San Pablo Burgos hacia su segunda Copa Intercontinental consecutiva. En sus filas, no estarán ni Benite ni Laprovittola, pero cuentan con jugadores de calidad y sobrada experiencia, como Franco Balbi o Carlos Olivinha.