El caso del varón que retuvo, colocó una cadena alrededor del cuello y agredió a una mujer en noviembre del año pasado todavía está abierto, aunque desde que ocurrió se han completado varios pasos del proceso. Según ha podido saber este periódico, tras concluir la fase de instrucción en el Juzgado Número 1 de Miranda, se ha elevado a la Audiencia Provincial para el señalamiento del juicio. Si bien, durante los días inmediatamente posteriores a los hechos el hombre estuvo en libertad, después entró en prisión provisional. Y ahí permanecerá, al menos, hasta que se dicte la sentencia.
El sujeto, cuyas iniciales son J.M.G., había presentado un recurso de apelación contra el auto del Juzgado de Instrucción de Miranda por el que se acordaba su ingreso en prisión provisional. Sin embargo, la Audiencia Provincial se ha opuesto a esa solicitud, como reclamaba el Ministerio Fiscal. Esta última resolución ha venido motivada porque se ha tratado de evitar el riesgo de fuga u ocultación del acusado. También se ha intentado impedir que cometa nuevos delitos, sobre todo, contra la integridad de la víctima de este caso. Y es que se tiene constancia de que el varón conoce incluso dónde está el domicilio de la mujer.
El Ministerio Fiscal, a tenor de los indicios con los que se cuenta, ya presentó en el mes de marzo el escrito de acusación provisional contra este sujeto. En ese documento se atribuía a J.M.G. un delito de detención ilegal y otro de agresión sexual, cuyas penas solicitadas ascendían en total a los once años. Pero, además, se incluyó un posible delito de lesiones, por el que se pedía la imposición de una condena de tres meses de multa.
Los principales indicios que incriminan al acusado son tanto la declaración de la víctima como el parte médico de lesiones, que viene a confirmar su testimonio. La mujer siempre ha mantenido la misma versión. Según narró desde un primer momento, ella se encontraba en el hospital de Miranda y el hombre se ofreció a llevarla hasta el núcleo urbano, pero en el trayecto se ganó su confianza y le terminó acompañando a recoger algunos enseres a su casa. Una vez allí, este la golpeó con un puñetazo en la cara, la besó en la boca sin su consentimiento y la ató las manos, además de unir esa cuerda a una cadena que le colocó alrededor del cuello. Sin embargo, en un despiste del delincuente ella logró huir.
Esto ocurrió poco después de que el varón hubiera salido de prisión tras cumplir una condena de seis años por secuestrar y abusar de una niña. Aquellos hechos conmocionaron a los vecinos de la ciudad del Ebro, ya que se trataba de una muchacha de solo nueve años a la que retuvo durante catorce horas. Era diciembre de 2015 y Miranda vivió unos momentos de gran tensión, pues la detención ilegal de la menor provocó un choque entre la familia de J.M.G. y la de la víctima, hasta que apareció la Policía equipada incluso con armas de asalto y le detuvo.