En la puerta de su granja, con los ojos enrojecidos por la falta de sueño y por el humo que han soportado durante las últimas 24 horas, el alcalde de Quintanilla del Coco mira exhausto todo lo que se le viene encima. Ha salvado sus 4.000 cochinos y miles de kilos de cebada, pero tendrá que trasvasarlos porque han quedado a merced de la lluvia al estropearse el tejado y trabaja contrarreloj para conseguir subir el agua hasta la instalación con un generador que le ha conseguido la Mancomunidad de La Yecla y evitar así que los animales mueran. «Sin ventilación ni nada no sé cómo estarán... Jodidos», describe gráficamente Domingo del Pozo, atónito aún por las consecuencias del incendio. 

Las llamas rodearon su granja, a la entrada de la localidad, que tampoco tiene luz porque la torreta está literalmente achicharrada. Además, uno de los laterales de la nave en la que guarda el grano recuerda al exterior de la fábrica de Campofrío tras el fatídico incendio, todo renegrido, mientras que las chapas que no se han calcinado están deformadas por las elevadas temperaturas que soportaron. Afortunadamente, no llegó ni a los depósitos de gasoleo ni al del gas.

Del Pozo también ha perdido las placas solares que acababa de colocar hacía mes y medio en la cubierta de las naves para ahorrar 1.500 euros al mes en luz. «Pago casi 4.000», añade, sin saber si va a poder recuperar toda esa inversión económica.

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