Alas 9 de la mañana de ayer la camisa ya se pegaba al cuerpo. No en vano, a esa hora los termómetros en Burgos superaban los 20 grados, una temperatura más propia del Caribe. La cosa no fue a mejor durante el resto del día, al punto de que, tal como pronosticaban los meteorólogos, el termómetro marcó la máxima del año en el aeropuerto de Villafría, 34,8 grados centígrados, a las 17 horas. Aunque las estaciones de otras localidades superaron a la capital. Aranda alcanzó los 36,2 grados; Belorado llegó a los 35; Briviesca marcó 36,3; Medina de Pomar, 35,5;Miranda, 38,7, nada más y nada menos; Pedrosa del Príncipe, 35,2, y Villadiego, 34,2. Con todo, no se superó ningún récord histórico.
De hecho, el anticiclón que atraviesa la provincia de Burgos no puede calificarse ni de ola de calor. Y es cierto. El jueves sí se superaron los 34 grados, pero el miércoles, no. Y para mañana las máximas van a caer. En todo caso, los burgaleses tuvieron que utilizar ayer todos los trucos para tratar de esquivar los rayos que lanzaba Lorenzo. Algunos no dudaron en sacar el paraguas de casa para los momentos en que no pudieron guarecerse bajo la sombra. Las fuentes públicas fueron utilizadas más como ducha improvisada que como surtidor para calmar la sed, que también. En Fuente Prior, que no es apta para el baño, más de uno se pegó un chapuzón porque la calorina los atenazaba.
Y las piscinas, claro, se convirtieron en refugio de la mayoría. En esta semana se han registrado cifras normales para un verano, porque en las anteriores no es que en Burgos haya sido necesario darse un chapuzón para sentirse bien. Así, el pasado martes se registraron 5.400 usuarios y, aunque no hay cifras ni de jueves ni de viernes, es de prever que se superen esos dígitos.
Para los próximos días, los termómetros van a dar un respiro a los burgaleses. Mañana no van a superar los 32 grados, según la Aemet. Y el domingo no van a pasar de 25, una temperatura muy agradable. A partir de lunes regresan los 30 grados de máxima.