Alicia, la niña de nueve años retenida entre la tarde del domingo y la mañana del lunes por un hombre «está perfectamente», el captor sigue encerrado y entre las dos familias de etnia gitana (la de la niña y la del hombre) «existe calma, están con mucho dolor en el corazón pero lo están llevando con calma, no hay ningún tipo de venganza». Es la situación tras un rapto que conllevó 14 horas de angustia para la familia de la menor y por extensión para toda la ciudad, que además se avivó por la larga operación que acabó con la detención de hombre en el domicilio de la calle Ciudad de Toledo donde tuvo maniatada a la niña hasta que por la mañana la liberó sin haberla causado daño alguno.
Un suceso solventado de la mejor forma posible, algo a lo que contribuyó en gran medida la gestión hecha por la Policía Nacional, que desde el primer momento entendió que dado que había dos familias gitanas afectadas por los hechos era necesario actuar con especial tacto y en colaboración con los representantes de la comunidad para evitar un enfrentamiento de gravedad.
Y a ello ayudó en mucho Enrique Jiménez, pastor de la Iglesia Evangélica Filadelfia, que tuvo una comunicación total con el inspector jefe de la Policía Nacional en Miranda, Fermín Treceño, en un trabajo que permitió que fuera el guía espiritual el que hiciera de interlocutor con las familias y sus líderes, explicando la situación en cada momento y buscando una forma relajada y pacífica de que la Policía pudiera hacer su trabajo de detención del secuestrador sin tener que preocuparse en exceso de la reacción que en la calle podían tener los cientos de gitanos concentrados en esas horas de enorme tensión.
De hecho ni hubo enfrentamientos ni la Policía tuvo que intervenir ante los allí concentrados. «Hay que agradecer el trabajo de la Policía Nacional... cómo entendieron que el poder hacer yo de mediador entre ellos y las familias iba a ser lo mejor», explica Jiménez, que a través de este periódico quiere extender el agradecimiento a la Policía Local, la Guardia Civil, los Bomberos, la Cruz Roja, los rastreadores de perros... «a toda la ciudadanía que se volcó con la familia y durante toda la noche pegó carteles y estuvo recorriendo la ciudad en busca de la niña», dice el pastor. Del mismo modo agradece el «apoyo y el calor» de la alcaldesa, que junto con su equipo «estuvo desde el primer momento apoyando».
Jiménez, explica que la comunidad gitana ha sabido también afrontar esta situación de una forma calmada dentro de la gravedad del caso. «Es un enorme conflicto y un daño grave, pero se supieron respetar, estar en su sitio, guardar los nervios y el dolor, supieron llevarlo», reflexiona. Insiste en la importancia de que quede bien claro que la niña no sufrió ningún tipo de agresión sexual por parte del raptor, «es muy importante», recalca el pastor evangélico.
El detenido, que tiene problemas de consumo de alcohol y al parecer se medicaba con algún tipo de antidepresivo, descolocó con su proceder a todo el mundo. «Ni sus propios hermanos entienden cuáles pueden ser las causas que le han llevado a hacer lo que ha hecho, y es un comportamiento incomprensible para la comunidad gitana, será dificilísimo encontrar un caso de este tipo», dice Jiménez.
Además quiere aclarar que no hay «asuntos de drogas» detrás de estos hechos, «ni tampoco algún tipo de venganza o conflicto entre las familias, son vecinos, dos clanes distintos, pero no tenían ningún tipo de enfrentamiento», afirma.
De ahí que la investigación policial indagara igualmente el papel de la mujer con la que se fue la niña, y de otra segunda mujer, lo que ha acabado con la detención de ambas por su presunta participación en la detención ilegal de Alicia.
Al parecer, las dos mujeres estaban en ocasiones con el hombre que retuvo a la menor, aunque por el momento se desconoce cuál ha podido ser el móvil de este suceso y el grado exacto de participación de las personas detenidas, que aparecen mencionadas en las declaraciones de varios testigos y familiares de la niña.
Estaba previsto que este miércoles los tres detenidos pasaran a disposición del Juzgado de Instrucción en funciones de guardia de los de Miranda, que ha decretado el secreto de las actuaciones.