«La idea es que sea una Nochevieja en tono festivo, pero familiar; es decir, que uno pueda venir con sus hijos, con la familia y terminar el año de una manera distinta». Con estas palabras explica el párroco de San Lorenzo, Enrique Ybáñez -mucho más conocido como Quique dentro y fuera de la iglesia- el plan que ha preparado para despedir al 2023 y dar la bienvenida al 2024 en pleno casco histórico. Una fiesta para la que ha contado con la colaboración de la Federación de Hostelería de Burgos y con el Ayuntamiento. Pero, antes de seguir explicando los detalles, los representantes de cada parte hacen un apunte: «Es un evento popular y abierto: para feligreses de San Lorenzo, pero también para quienes no lo son; para turistas; para cualquiera que esté en la ciudad y quiera recibir el año de una forma diferente».
Todo empezó en agosto. Quique y otros feligreses estaban organizando la fiesta de San Lorenzo, en la que sacaron una parrilla a la calle y amenizaron la merienda-cena con música y baile frente a la iglesia, para todo el que se quisiera sumar. Entonces fue cuando se plantearon por primera vez que por qué no daban un paso más y organizaban unas campanadas. «En Burgos no hay un sitio en el que poder tomar las uvas con más gente, pero en familia; no se puede disfrutar de una pequeña Puerta del Sol en la capital», cuenta el párroco, recordando que la idea les convenció y se la comentaron a los hosteleros. «Y entonces, ya, dijimos: venga, vamos a hacerlo», remacha.
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