Roban 10.000 euros en tabaco y jamones en Castrillo de la Vega

I.M.L. / Aranda
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Elena García, que regenta la tienda de alimentación y estanco de la localidad ribereña, cree que tiene que haber sido «alguien que ha venido aquí a comprar»

Imagen de archivo de un estanco. - Foto: Valdivielso

Si ya de por sí es difícil mantener un negocio abierto en el entorno rural por la pérdida progresiva de clientes, los robos que sufren de forma periódica los pocos establecimientos que resisten abiertos lo hace aún más complicado. Es el caso del comercio que hace las veces de tienda de alimentación y estanco en Castrillo de la Vega, que regenta desde hace 25 años Elena García, y que en la noche del lunes al martes era objetivo de los amigos de ajeno, por segunda vez en su trayectoria. 

Esta vez, los ladrones tenían muy claras sus preferencias y el material al que les iba a costar menos dar salida en el mercado negro, principalmente cajas de tabaco y jamones. Cuando Elena fue a abrir su establecimiento ayer por la mañana se encontró con el importante hueco que había quedado tras el robo de la mercancía. «Han entrado esta noche por la ventana y se han llevado tabaco y unos jamones y lomos que les pillaba a mano, lo demás ni lo han tocado, ni las monedas que dejo preparadas para los cambios», enumera lo sustraído. 

Ella cree que tiene que haber sido «alguien que ha venido aquí a comprar» para conocer el terreno que iban a pisar «porque han ido al tabaco directamente». Y no se han centrado en menudencias, «el tabaco pequeño, las cajetillas sueltas, no lo han cogido, han ido a por lo gordo, sabían donde estaban», lamenta la dueña del local, que estima el valor de lo robado en «más de 10.000 euros».

Más allá de los productos que se han llevado los cacos, el resto del local no ha sufrido muchos daños. «Han intentado entrar por la puerta, han apalancado la cerradura y la han estropeado un poco, pero como no han podido, han entrado por la ventana, arrancando la mitad de una verja que tenía», explica Elena la forma de acceder al local de los ladrones.

Esta empresaria rural tiene ya experiencia en ser objeto de los cacos en su establecimiento. «Ya me entraron a robar antes de la pandemia, no es la primera vez», recuerda. Pero entonces tuvo más suerte. «Esa vez lo recuperé todo, porque cuando llamé para denunciar que me habían robado, enseguida me llamaron de la policía de Cuenca para decirme que les habían pillado, pero esta vez no creo que lo recupere», apunta Elena tras una mañana de papeleo entre la denuncia y la inspección de su tienda para abrir la investigación.