Nemesio Sainz Maza y Camila Fernández ya vivían del ganado, entonces de leche. A los abuelos de Aitor Sáinz Maza les sucedió su padre Luis Ángel, a punto de jubilarse. Pero este joven ganadero de Quisicedo es el que ha puesto en nombre de la Granja El Arenón en el podio de los mejores, de momento, de Castilla y León. Su vaca Saskia Are acaba de regresar del Salón de Vacuno de Castilla y León con la escarapela de campeona adulta de la raza limusina. Otros cinco animales de su ganadería han obtenido galardones. Es el fruto de una pasión, mezcla de adicción y un punto de locura que él mismo admite. «Tengo una enfermedad con las vacas, me encantan... hasta yo mismo me digo que todo en la vida no son vacas», bromea. Le viene desde la infancia.
Su abuelo ya le aconsejaba «calidad antes que cantidad». Pero él lo ha llevado al máximo exponente inscribiendo su granja en el Libro Genealógico de la raza limusina y colaborando en el Plan de Mejora de la raza a nivel nacional e internacional. Todo empezó en 2015, cuando solo tenía 21 años y después de seguir por las redes los pasos de Mas Bovi Ramadera «la mejora ganadería de España en limusina» ubicada en Lleida, decidió encargarle un toro y ocho novillas. Comenzaba el juego. Los resultados no se verían hasta 5 años después, porque se han de conocer las crías que sacan las hijas de esas vacas que has adquirido para darte cuenta de si has hecho las cosas bien. Al año siguiente de esta «importante inversión», encargó otro pequeño lote de animales a la misma granja y compró un toro en Francia, la cuna de las limusinas.
Ahora sus sesenta madres están en lo alto de la raza y Saskia Are ha demostrado el trabajo de este joven. Estos certámenes son «un extra de trabajo exagerado, pero son la forma de compararte con el resto y de que la gente conozca lo que tienes en casa», explica. «También te sirven para ser crítico e intentar mejorar aún más», añade.
Saskia Are es la mejor de Castilla y León «porque tiene un volumen exagerado para 35 meses, en su conjunto es muy buena y está en unas condiciones de alimentación óptimas», explica el ganadero, que compatibiliza la granja con un puesto de contable en una gestoría de Villarcayo, a la espera de que su padre se jubile. Le ha dado una «alimentación de culturista, natural, siempre midiendo lo que le das, controlando la energía, las proteínas...». Todo lo mide a ojo, pero no se le escapa un detalle. No la ha pesado, pero estará en los 900 kilos.
Lo más llamativo es que el resto de animales que van a concurso no se dejan preñar ni crían. En cambio, Aitor Sainz Maza no ha querido renunciar a que su vaca sea productiva y fue la única del concurso con una ternera de 5 meses y medio y embarazada -dará a luz en julio-. Esto es lo extraordinario de Saskia Are y le da «mayor mérito», a su juicio.
El responsable de El Arenón ha apostado por sus propios sementales y por muchas inseminaciones, siempre con toros de Francia, para lograr las mejores vacas. Su objetivo es vivir de la venta de sus animales a otras granjas que buscan las mejores vacas para criar los terneros con mejores aptitudes cárnicas. Los que no valen van al matadero, pero son los menos. El volumen de Saskia Are es impresionante y aún tiene mucho que ensanchar a sus 35 meses. Es hija de Jordi, un semental de la Asociación de Criadores de Limusinas de Castilla y León, llegado «de la mejor ganadería de Francia».
En el Salón del Vacuno vendió un semental, que obtuvo un primer premio. La oferta era insuperable económicamente, pero Aitor admite que lo pasó mal porque ya no podrá concursar con él en el nacional de septiembre, como había planeado. Lo ideal es que Saskia Are dé a luz a una futura campeona o a un nuevo semental. Su primera cría ya apunta maneras y valora prepararla para futuros concursos.
A la ganadería de Sainz Maza nunca la ha atacado el lobo, pero sí lo ha visto, cruzando la carretera en Quintanilla del Rebollar el año pasado. «Los animales están hechos para estar en el campo, con cierto cuidado, pero en el campo. No puedo estabular las vacas cada noche. Eso es imposible. Sería una barbaridad», explica. «Tiene que haber un equilibrio. Sé de ganaderías que de 80 yeguas han vendido 12 potros. Eso es una salvajada y un grave problema», concluye.