En la villa calcetinera por excelencia con más de media docena de empresas de confección, Roberto Rivera, emprendedor hace ya más de treinta años, se ha convertido en el 'embajador' de sus calcetines porque aunque parezca mentira, en Pradoluengo no hay ningún otro comercio que solo venda su producto más característico.
Vinculado al mundo textil desde hace más de dos décadas, hace un año que decidió abrir la tienda, aunque hasta entonces trabajaba en un obrador ubicado en Cardeñadijo y en su casa contaba con un pequeño taller; en ambos ha venido gestando sus colecciones porque Rivera no solo vende calcetines de las empresas de la villa, sino que tiene su marca, Mestizaje, creada en 1997, primero para bautizar el comercio de segunda mano que tuvo, y después para su colección de calcetines. El nombre, explica Roberto, lo tomó de la canción del grupo Hechos contra el Decoro.
Aquella primera tienda pasó a la historia, pero no su sueño ni su ilusión de siempre. Rivera explica que llegó un momento en el que necesita más tiempo para sus creaciones y para situar el calcetín en el lugar que cree le corresponde porque es un convencido de que es una prenda con un valor estético importante y a la que «hay que hacer un huevo destacado en el armario», más allá de verla como un complemento oculto por el zapato y el pantalón. Para redundar en ese convencimiento, acude al dicho popular: Hay que empezar a vestirse por los pies.
Y prueba de que tiene razón es que desde hace unos años, socialmente se le ha reconocido como ese complemento básico, a lo que, sin duda contribuyen los nuevos modelos y diseños y la especialización, con un calcetín para cada momento y circunstancia. Los de Roberto Rivera son muy sugerentes y con un punto de arte, sin duda. Son calcetines temáticos.
Para empezar, tienen dos características novedosas; una es que no aprietan ni dejan marcas porque no tienen goma (puño) y segunda, su distintivo personal y exclusivo: las rayas en la planta. Además prima la calidad de la lana con la que se fabrican, que es orgánica, lo que le permite acudir a ferias y eventos que apuestan por la sostenibilidad y el respecto al medio ambiente, sin olvidar que es un producto de kilómetro 0.
Al margen de estas características, lo que más llama la atención son los diseños. Igual te puedes encontrar con el Guernica de Picasso -aunque este dice que es un diseño 'prestado' por un amigo-, calentándote la pantorrilla, como con dibujos de calaveras, fuego, Japón, tréboles, mariposas, libélulas, zapatillas, vehículos, lunares, flores, un wolkswagen o una leyenda como en la que se puede leer Volando vengo, volando voy... Ahora tiene 8 diseños nuevos todos suyos para incorporar a la colección, entre los que hará un guiño a la música (Pradoluengo es una villa tradicionalmente musical), con dos modelos de guitarra y notas musicales, e incrementará su 'repertorio' de animales, con ovejas, zorros y unicornios.
Todo lo imaginable cabe en los diseños personalizados de los calcetines Mestizaje, de tal manera que cada cliente echa un vistazo al expositor y compra ese par con el que se identifica por sus aficiones, sentimientos, modo de vida, deportes preferidos... Son perfectos, además como regalo porque siendo algo sencillo y barato, no dejará de sorprender a quien lo reciba porque se identificará con su personalidad.
Rivera empezó su andadura con tres modelos y 5 dibujos y ahora tiene más de 50 dibujos y sigue pensando cada día nuevos diseños, que imagina y crea y que luego plasma en el ordenador Iván, amigo y diseñador profesional, mejorando, incluso entre los dos los diseños originales, reconoce. Después esos modelos los envían a fábrica donde se los confeccionan.
Roberto trabaja con los ocho talleres que permanecen en Pradoluengo; no podía se de otra manera, argumenta para añadir que cree que la villa textil está atravesando un buen momento con nuevos emprendedores que se han establecido montado negocios, buena parte de ellos enfocados al turismo. Él quiere estar ahí, formar parte de ese nuevo despegar de la villa con su producto y su tienda porque cree que aunque la localidad es muy conocida por el calcetín y su pasado textil, no ha conseguido hacer 'marca' pese a su calidad. Roberto afirma que hay que potenciarlo y él con Calcetines Mestizaje contribuye a poner a Pradoluengo en el foco del mercado.
En un momento de expansión como está, Rivera ha solicitado un becario a la Escuela de Artes de Burgos porque reconoce que con las nuevas tecnologías tiene lagunas. Su cada vez más presencia en redes sociales y el incremento de la venta online requiere más trabajo y cuidar todo el proceso. Además, se ha introducido en tiendas de varias provincias españolas donde ya se venden los calcetines Mestizaje.