Lleva 25 años residiendo en Bruselas, pero Edurne Rubio (Burgos, 1974) siempre mantiene los vínculos con su tierra. Lo ha hecho a través de algunos trabajos como el documental Ojo Guareña o en Clamor, donde incluía el sonido de las campanas de San Pedro de la Hoz, y con el taller que impartió en verano en Espacio Tangente y que formará parte de su próximo proyecto. Artista visual que trabaja con la transmisión oral, la palabra, lo etnográfico y lo histórico dentro de un enfoque antropológico, es la encargada de adaptar a escena la ópera Minatchi, de Antonio José, que se estrena el 18 de febrero en el Teatro Principal. En ausencia del libreto original completo de Gaspar G. Pintado, que está desaparecido, la artista burgalesa se ha encargado de la elaboración de un nuevo planteamiento creativo para la puesta en escena.
¿Cómo llega al proyecto para escenificar 'Minatchi'?
Fue Javier Castro quien contactó conmigo después de decirme que había visto mi documental Ojo Guareña y que le gustaba lo que hacía. Curiosamente no tiene nada que ver ni con el teatro ni con la ópera, pero le emocionó la película y por eso me lo propuso.
¿Y lo tuvo claro desde el principio? Porque es un proyecto peculiar...
Bueno, al principio me pareció una locura, pero es verdad que yo también estoy un poco loca -ríe-. Para empezar Castro no conocía mi trabajo en general, solo esta película que no tiene nada que ver. Y luego había muchas cosas que me daban miedo y al mismo tiempo me atraían. Me gusta trabajar con formatos distintos y hacer cosas diferentes, y también hacerlo con propuestas específicas. Así que me atrajo la idea, pero es verdad que hay ciertas dificultades. Para empezar lo fue encontrar presupuesto para un proyecto en el que se van a implicar 50 personas, retomar una partitura que no está, mi falta de conocimientos de música clásica -y de música en general-, la temática de la obra... Todo era muy misterioso para mí y dije sí sin saber muy bien si iba a conseguir poner en pie el proyecto. Y ha habido momentos en los que he dudado. Pero al final aquí estamos.
Una de las peculiaridades de esta obra es que no se ha encontrado el libreto y había que crear lo que no estaba. ¿Cómo o desde dónde lo han abordado?
La propuesta de Javi desde el principio era aprovechar esta falta de contenido para hacer una metahistoria de la partitura y el proyecto. No solo hablar del contenido de la historia, sino también añadir sobre la partitura en sí misma y su custodia en el archivo. Con esa idea me identifiqué perfectamente porque mi trabajo es muy documental, me interesa la relación con la historia y los archivos, así que coincidíamos en el origen.
En la puesta en escena hemos introducido momentos en los que hablamos de Antonio José, de esta partitura misteriosa, etc. haciendo algo intrincado entre el argumento de la ópera con este rey y esta princesa, que cuenta la partitura de Minatchi.
¿La puesta en escena final, entonces, puede considerarse 'ópera'?
Sí, es una ópera. Aunque es contemporánea y conceptual, tiene una puesta en escena, digamos, clásica.
Al principio me pareció una locura, pero me atraen los formatos distitnos y también estoy un poco loca"
El argumento, por lo que se sabe del letrista, tenía cierto contenido religioso y estaba ambientado en la India inglesa. Pero, ¿conoceremos el desenlace de la princesa o tiene un final abierto?
-Ríe-. Además de hablar de la partitura y Antonio José hemos intentado encontrar un sentido a esta historia que propone el letrista. Así que sí, hemos intentado entender qué le pasa a esta princesa, pero hemos decidido compartir con el público estas preguntas: ¿quién es esta mujer? ¿qué la pasa?, ¿cuál es esta guerra de religiones de la que el libreto habla?, ¿hasta dónde está dispuesta a llegar?, ¿por qué ocurre en la India inglesa? Pero en lugar de contar una única historia, les proponemos al público que se lo pregunte con nosotros.
¿Qué elementos escenográficos utiliza para contarlo?
Hay vídeo y hay escenografía sencilla, libre de referencias. La inventado para simbolizar las religiones y la guerra cultural de la que habla la obra. Digamos que no recreamos la India de manera clásica.
¿Qué referencias musicales tenía de Antonio José antes de entrar en el proyecto?
Conozco el documental Pavana triste y determinadas piezas por mi prima Palmira, que participa en el coro Ars Nova. Por eso también hubo razones emocionales para que me implicara en esta aventura. Como actuar en el Teatro Principal, que para mí siempre había sido un sueño desde que acompañaba a mi tío en las manifestaciones pidiendo que se rehabilitara. Pero no tengo conocimientos musicales para determinar, por ejemplo, cómo es Minatchi en ese sentido. La he cogido cariño, la disfruto, la conozco muy bien, pero no puedo meterme en berenjenales sobre su calidad musical.
¿Qué proyectos tiene en marcha?
Acabo de presentar en un proyecto en el Centro Dramático Nacional. Se llama Dramawalker y es un documental realizado en la cárcel de mujeres de Alcalá Meco (Madrid). Es un trabajo audio que se puede escuchar online desde la página web del CDN. Es un trabajo con formato casi de pódcast. Son 13 cápsulas audio de entre 5 y 10 minutos con las voces de las mujeres contando historias sobre la cárcel. Y tengo otro proyecto incipiente, pero puedo avanzar que va sobre la idea de perderse en el bosque y que tiene que ver con el taller de agosto en Espacio Tangente.