Miranda cuenta en su callejero con una figura urbanística controvertida. Existe en muchos otros municipios, pero aquí hay más de medio centenar de lo que se conoce en el Plan General de Ordenación Urbana como «zona libre privada». En muchas, además, se tiene garantizado el uso público en superficie y no se puede restringir el acceso, como en uno de los casos más polémicos: Torre de Miranda. Estas características provocan que las competencias se diluyan y se generen problemas tanto de limpieza como de mantenimiento. Además, esta situación se da sin que en muchas ocasiones los propietarios sepan dónde empieza su responsabilidad.
Así se explica por una gestora de Miranda acostumbrada a estos asuntos, donde reconocen que «la gente que compra una vivienda en estas zonas a veces no sabe que la conservación la asume la comunidad». En esta empresa, explican que la limpieza depende del Ayuntamiento, «pero tampoco en su totalidad, porque hay cosas como las rejillas que no», y todo eso hace que el gasto asociado a esos bloques crezca «y supone un inconveniente sin que en realidad los dueños tengan ningún beneficio», recalcan.
A pie de calle, en muchos locales sufren por cómo están estos espacios. Los bares El Cambio de Hora y el Rigoletto son dos ejemplos y critican la falta de limpieza y de conservación. «El mantenimiento de la zona está fatal y eso que los vecinos han arreglado algo, aunque la limpieza en la parte municipal sí que lo limpian, pero la otra no», afirman en el Cambio de Hora, donde critican que «junto a mi terraza hay una zona amplia que cuando llueve se hace una piscina olímpica y lo quitamos nosotros para dar un servicio en condiciones».
En el Rigoletto también se encargan de quitar las hojas de los sumideros, pero sobre todo lamentan que «desde hace seis o siete años igual pasa una vez al año una máquina barredora por aquí». Además, en esta zona próxima al mercadillo cuando el viento sopla en su dirección, muchas de las bolsas y los plásticos acaban junto a su fachada «y nosotros no podemos coger una escoba y limpiar todo, pero algo tenemos que quitar para colocar las terrazas, pero la imagen que tenemos aquí no es la correcta», resumen.
El concejal de Urbanismo, Guillermo Ubieto, reconoce que los principales conflictos «se generan por el servicio de limpieza, pero ya hemos transmitido esas quejas a la empresa para recordarle su responsabilidad». El edil amplía que por la fisionomía de muchas plazas hay puntos a los que no pueden acceder las barredoras, «por lo que se tiene que hacer a mano», afirma. Ubieto detalla que «en esas zonas privadas desde el Ayuntamiento nos encargamos de los servicios básicos como la limpieza o el alumbrado», aunque ensalza que «en algunas ocasiones sí que hacemos funciones de jardinería, la reparación de alguna baldosa o de mobiliario», pese a que reitera que «la conservación es responsabilidad de los vecinos».
Torre de MIranda. La zona privada de uso público que arrastra un mayor conflicto es la de Torre de Miranda. Esta comunidad y el Ayuntamiento están en un conflicto judicializado, por una expropiación. La última sentencia dio la razón a los vecinos, pero abrió una posibilidad para el Ayuntamiento. Aun así, Ubieto recuerda que su intención pasa por sentarse «a hablar con las partes, porque es un compromiso adquirido». Además afirma que pretende lograr «la participación y el diálogo de todas las partes, para encontrar la solución más satisfactoria con todas las partes».