Para mantenerse siempre a flote

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Socorristas y miembros de la Unidad Acuática de Cruz Roja alertan de la necesidad de vigilar constantemente a los niños en piscinas, pantanos y ríos para prevenir ahogamientos y piden a los adultos que nunca se confíen

Alejandro Martínez, de la Unidad Acuática de Cruz Roja, durante una formación en una actividad deportiva. - Foto: Cruz Roja

Los datos asustan. La Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo registró el año pasado 422 fallecimientos en espacios acuáticos en toda España, 16 de ellos en Castilla y León. Se trata de una de las cifras más elevadas de toda la serie histórica que ha encendido  las alarmas y ha evidenciado la necesidad de incrementar la divulgación de cómo prevenir ahogamientos. Alejandro Martínez, voluntario de Cruz Roja, socorrista con más de veinte años de experiencia y miembro de la Unidad Acuática que la entidad benéfica tiene en la provincia de Burgos,  resume de esta manera los factores más importantes que se deben tener en cuenta para que un día de playa, piscina o pantano no termine en tragedia: «Permanente supervisión con los niños, sobre todo con los más pequeños, es decir, no quitarles el ojo de encima en ningún momento; que los adultos no se confíen nunca y que tomen medidas de prevención como conocer el lugar en el que van a bañarse y evitar actitudes temerarias, y que todo el mundo salga del agua a la menor indisposición».

Alerta también Martínez de que se extreme la precaución en una situación que tampoco es inverosímil: «Si alguien no sabe nadar o no tiene la destreza suficiente es mejor que no intente ayudar a una persona que se está ahogando porque puede darse la circunstancia de que termine muy mal para ambos. Salvar a alguien en esas circunstancias exige mucho esfuerzo físico que no todo el mundo puede hacer por diferentes razones, es mucho mejor que dé aviso a los profesionales de emergencias».

En todos los años que lleva de 'policía del agua' ha visto situaciones de todo tipo, por lo que pide prudencia a todos los grupos de población pero de forma muy específica a adolescentes y jóvenes, que pueden ser más impulsivos o iniciar actividades acuáticas en un contexto de fiesta sin conocer las características del entorno. Recuerda en una ocasión en la que tuvo que ayudar a un grupo que había salido con una embarcación hinchable que se pinchó y sus pasajeros terminaron en el agua. «Ninguno de ellos sabía nadar, esto es algo que no se puede permitir. Debe quedar claro que se tienen que usar chalecos salvavidas y todas las medidas de protección necesarias, aunque después no ocurra nada. La gente debe tener en cuenta de que esto es igual que ponerse el casco para subir a una moto. Se ha de hacer por prevención, siempre».

Adrián de la Fuente, socorrista de las piscinas de El Plantío. Adrián de la Fuente, socorrista de las piscinas de El Plantío. - Foto: Valdivielso

Le preocupan de una forma especial los niños más pequeños «porque pueden llegar a ahogarse en una piscina infantil de las que se compran en una tienda deportiva». Por eso, su consejo es que jamás se les quite el ojo de encima aunque lleven puesto algún elemento de protección y que se les enseñe a nadar cuanto antes». 

Quienes componen la Unidad Acuática de Cruz Roja son una veintena de personas voluntarias con titulación de socorrista que, además de hacer mucha divulgación suelen prestar sus servicios en pruebas de piragüismo, en la parte de natación de las de triatlón y colaboran en la búsqueda de personas desaparecidas.

Adrián de la Fuente y Sergio San Vicente, son más jóvenes que Álvaro Martínez, pero están encaminando su vida, como él, a ayudar a los demás. El primero se está preparando para ser bombero y el segundo, estudia Medicina. Pero los dos son socorristas titulados, actividad que están desarrollando este verano por tercer año consecutivo. El primero, en las piscinas municipales de El Plantío, y el segundo, en las de la localidad palentina de Astudillo.

Sergio trabaja este verano en las piscinas de la localidad palentina de Astudillo.Sergio trabaja este verano en las piscinas de la localidad palentina de Astudillo. - Foto: Valdivielso

Les gusta decir que su función tiene mucho de mediación, es decir, de evitar situaciones de riesgo para los bañistas, y de prevención. «Lo más importante de un socorrista es anticiparse a lo que pueda pasar, minimizar riesgos y asegurarse de que se cumplen las normas». Con estas ideas tan claras, tienen en su punto de mira a todo el público en general pero, sobre todo, a quienes son más vulnerables a los accidentes como los niños pequeños o los mayores y a quienes, por su edad, pueden ser más proclives a crear una situación potencialmente peligrosa como son los adolescentes aficionados a tirarse 'a bomba' o a deslizarse «como haciendo surf» por los bordes de la piscina.

Los dos ya han tenido que verse en el trance de tener que expulsar a alguien por no cumplir las normas y aseguran que lo harán siempre que una persona ponga en peligro a las demás. ¿Su consejo? Que se aprenda a nadar cuanto antes -«es una de las mejores armas frente a los accidentes»- y que se utilicen bañadores de colores llamativos para poder percibir que una persona está ahogándose porque, a veces, no es sencillo.