Guarda como oro en paño aquel cromo de Panini de la Superliga en la que salieron todas las jugadoras del primer equipo del CD Nuestra Señora de Belén (ahora Burgos CF). Ana Morales empezó en el Comuneros de Castilla con el fútbol sala, porque José Mariscal 'Falio' le subía un punto más la nota de Educación Física. Era infantil cuando unas amigas, Raquel Prior y Judith, le comentaron que el tío de una de ellas entrenaba a un equipo de fútbol hierba. Hizo las pruebas y allí se quedó y creció hasta que decidió irse con la música de su acordeón a otra parte.
¿Y quién resultó ser el tío?
Vidal Infante. Para mí uno de mis mejores entrenadores. El que me ha enseñado, el que me exprimió, al que más entendí y el que más apostó por mí. Estuve un año en infantiles y nos ganaban siempre, pero nosotras éramos felices. Jugué un año en Regional y el segundo ya me subían con el primer equipo de Superliga.
Una carrera meteórica, ¿no?
Tres años y ya en Superliga. Con 14 y 15 años ya estaba en la máxima División. Era la pequeña, pequeñísima. La acogida y la confianza de Juanjo Ronda fue impresionante. Practicaba atletismo y estuve un poco dubitativa, porque también se me daban bien los 1.000 metros, cross, triatlón...
¿Y cómo fue jugar en la máxima división?
Es como que subes a Primera y ¡guauuuu! El primer partido contra Oviedo, luego a Barcelona, contra el Espanyol, a Huelva 12 horas...
Dudé entre el atletismo y el fútbol»
¿Fueron buenos momentos?
Desde luego. Fueron maravillosos. También entrenaba al benjamín.
¿Y los malos?
Cuando veías que todos los equipos tenían más dinero. Fichaban y nuestra filosofía era gente de casa. Hay que tener un buen núcleo de casa, pero tienes que pellizcar de otros lados. Ves cómo te superan. Bajas de mitad de la tabla y acabas siendo carne de cañón.
Destacada en Burgos, en Castilla y León e incluso fue a una concentración con la Roja. ¿Cómo lo recuerda?
Estuve con la sub'14, sub'16 y hasta en sub'21 de Castilla y León. Y luego también me llevaron al campamento de la selección española, eso fue el segundo año. Un súper premio. De Burgos fuimos Sandra Ibáñez y yo, una chica de Valladolid y otra de Palencia. Era como súper profesional, entrenabas con toda la equipación de la selección española. Tenías un psicólogo en tu habitación, prensa, fisios, la ropa y las zapatillas colocadas... Fue en Granada.
Recuerdo que Laura del Río tenía unas botas que se las había regalado Figo. ¡Flipábamos!»
De complexión delgada y con buena altura, se dice de usted que era una defensa de armas tomar...
Sí. Solía ser una de las más amonestadas. El lema de Infante era «o pasa la jugadora o pasa el balón». Me lo tomé tan tan en serio, que si me faltaba técnica entonces había que echar la mano o el pie.
¿Cuáles fueron sus mejores marcajes?
A una jugadora del Athletic, Eli Ibarra, y a una de las mellizas del Olivenza Extremadura, a Conchi o Lali. También a la seleccionadora española sub'19 Laura del Río, que jugaba en el Sabadell. Recuerdo que llevaba unas botas que se las regaló Figo y flipábamos. No podía con ellas, eran una pesadilla, velocidad, portento físico, muy difíciles.
¿A quién admiraba?
Son odiosas las comparaciones. Siempre fui dura en las entradas, con picardía y con un poco de locura. Me gustaba Sergio Ramos por su carácter. Mis referentes eran de casa: Luisa, Sonia Vesga, Elena Manzano, Arancha, Moli... unas 'jugadorazas'.
¿Por qué decide parar?
El cúmulo de lesiones. Al no tener masa muscular, la rodilla ya no me respondía como quería. Ya no iba igual al balón, tenía más miedo. Si no funcionan las armas que tú tienes, pues ya dices hasta aquí. Lo dejé con 25-26 años.
Las directivas han hecho un gran trabajo»
Y el destino le lleva a dirigir al banquillo del primer equipo, ¿cómo fue esa etapa?
Me saqué el título de entrenadora con Naiara y Güemes y me ofrecieron el primer equipo, que estaba en Nacional. Estuvimos un año, bajé a Regional, mea culpa. Me quedé una temporada y cuando conseguimos la permanencia lo dejé. Fue muy difícil, me aventuré demasiado.
¿Y ha desconectado del todo?
Sigo el fútbol. Naiara, Güemes y Loreto, siempre han entrenado y son amigas. Hablamos mucho de fútbol. Ahora veo también en casa, que antes solo podía en el campo.
Tiene fama de saber llevar el humor al vestuario, ¿tendrá alguna anécdota?
Sí, sí. Me he llevado muchas broncas. En Sevilla, con 37 grados, Vidal se llevó un balonazo y hasta se mareó. No podíamos parar de reír. Siempre la liábamos. En Santiago de Compostela 'duchábamos' a las nuevas en la fuente...
Y de hospitales también tiene un buen historial, ¿no?
Sí. Sevilla, Madrid, Galicia... en todos estuve. En Orzán contra Coruña, la chica me dio sin querer y me dobló la rodilla para adentro. En el hospital y en la ambulancia conocí a una persona por la que ya merece la pena haber sido futbolista: la seleccionadora de Galicia Pilar Neira. Aún mantengo contacto. Me trajo un chubasquero y toda la equipación de la selección gallega al hospital para que no recordara solo el disgusto.
Jugué Superliga en tres años»
¿Qué opinión le merece el fútbol femenino actual?
No tiene nada que ver. Era fuerza, pelea, nos gustaba y tenía que salir. Un poco de cabezonería. Antes lo pedías y ahora te lo dan. Gran trabajo el que hicieron todas las directivas. El fútbol femenino burgalés existe por ellas.