El burgalés Diego Herrera, Premio Internacional Rey de España de Periodismo de Fotografía, vivió un año y medio en Gagauzia, una región autónoma al sur de Moldavia. A esa zona ha regresado después varias veces y en los últimos años, en cada ocasión que viaja a Ucrania para cubrir la guerra, pasa una temporada allí. «Es un lugar que me gusta mucho, y que también me preocupa porque su mayor problema es que la mayoría de la población está migrando debido a las dificultades de la vida en la región. Moldavia es de los países europeos con los salarios más bajos», resume.

En la exposición que ayer inauguró en la biblioteca Federico Sanz, de la UBU, cuelga 34 fotografías realizadas en 2020. En ellas muestra la forma de vida, problemas sociales, historia, cultura, tradiciones y religión de Gagauzia, donde vive la minoría étnica gagaúz. Su origen, según casi todas las hipótesis, es túrquico, de ahí que su lengua, el gagaúz, sea una lengua túrquica.

En el siglo XIX este pueblo se trasladó de Dobruja (Bulgaria) a su actual emplazamiento, donde conviven con búlgaros, ucranianos, rusos y moldavos. La influencia de Rusia y Turquía juegan un papel importante y desde la caída de la Unión Soviética, Moldavia y Gagauzia han estado perdiendo su población joven, su esperanza de futuro». Herrera destaca también la existencia de uno de los últimos koljós (granja colectiva) de la era soviética en el pueblo de Copceac, precisamente por esa influencia rusa.

La exposición Gagauzia se ha mostrado antes en la Casa de Cultura de Gamonal, en Getxo y en Bilbao. En el espacio de la UBU estará hasta el 14 de febrero, cuando el fotoperiodista tiene previsto regresar a Ucrania para continuar con el relato de una guerra que va a cumplir 3 años el mes que viene.